Alberto Núñez Feijóo acaba de designar a Elías Bendodo como director de la campaña electoral del PP para las próximas elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Ninguna sorpresa. Bendodo es el coordinador general del PP, en teoría el número 3 de la formación. En la práctica, el dirigente que controla el partido, más allá de las funciones institucionales que desarrolla la secretaria general, Cuca Gamarra. Oficialmente, el nombramiento responde a la experiencia del también senador andaluz en estas lides y al éxito que alcanzó en un cargo análogo en las elecciones autonómicas del pasado año, en las que Juanma Moreno alcanzó la mayoría absoluta. Replicar ese modelo es el primer propósito de ese movimiento, como se ha encargado de apostillar el propio afectado. No será nada fácil porque las miles de urnas se abrirán con un propósito distinto al de escoger entre Sánchez y Feijóo. Y será necesario tomar con mucha cautela la extrapolación de los resultados que utilizará el vencedor. Pero más allá del marketing político que se persigue con anuncios como el del nombramiento de Bendodo, nadie oculta las intenciones que encierran. El PP y el PSOE, en su fuero interno, plantean sin rubor el escenario de mayo como el de una primera vuelta de unos comicios generales que se convocarán en diciembre. Las dos formaciones están dispuestas a echar el resto por sus líderes. Desde el programa electoral a las ciudades en las que protagonizarán la campaña. Es fácil presumir que el debate sobre la gestión de los municipios y las autonomías correrá el riesgo de quedar eclipsado por esa pugna. En 2019, los populares en Andalucía perdieron las elecciones por más de 10 puntos. Juanma Moreno tendrá la oportunidad de comprobar si su rotunda victoria de junio significó un cambio más profundo. En España, los socialistas aventajaron a sus rivales en 1,6 millones de votos. La esperanza a la que se agarra Pedro Sánchez.