Fin de un tributo injusto e impopular

Con el acuerdo, los andaluces salimos doblemente ganando: se suprime un tributo injusto y se garantiza la estabilidad política

Como era previsible, Ciudadanos y el PSOE han llegado a un acuerdo para acabar de facto con el Impuesto de Sucesiones (el que grava las herencias) para la gran mayoría de los ciudadanos. Para ser exactos, no elimina el tributo completamente, pero sí lo reduce a su mínima expresión (el 1%) para las herencias andaluzas directas en sus primeros grados, es decir, hasta el millón de euros. De esta manera, sólo tendrán que pagar el tributo las grandes fortunas -no más de 200 al año- y las herencias que no son directas, como las que dejan los tíos a sus sobrinos, por poner un ejemplo.

Se pone, por tanto, fin a un impuesto que, en los últimos tiempos, había tenido una fuerte contestación desde amplios sectores de la sociedad andaluza, especialmente de las clases medias, ya que suponía una discriminación con respecto a la gran mayoría de las regiones españolas, que hace tiempo que ya lo suprimieron. Cierto es que no faltaban argumentos para defenderlo, entre ellos el que su supresión supondrá la pérdida de unos 83 millones de euros para las arcas de la Junta de Andalucía, pero la verdad es que la gran mayoría de los ciudadanos no entendían un tributo que obstaculizaba el disfrute de los bienes heredados de los seres más queridos.

Como también es sabido, el PSOE ha accedido a la supresión del Impuesto de Sucesiones por la necesidad de garantizar la aprobación de los próximos presupuestos y, por tanto, la estabilidad en el Gobierno hasta el final de la legislatura autonómica. Por tanto, los ciudadanos salimos doblemente ganando: se suprime un tributo injusto e impopular y ganamos tranquilidad política en unos momentos ya demasiado cargado de tensiones.

Indudablemente, el acuerdo es un éxito político para la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que ha conseguido dar estabilidad a su Gobierno con minoría en el Parlamento y atravesando turbulencias tanto en el interior de su partido como en el conjunto de la política nacional. También se puede considerar un éxito para Ciudadanos, que ha hecho valer su condición de partido bisagra y ha demostrado a su electorado que su voto, lejos de ser inútil, sirve para lograr cosas concretas y beneficiosas para los ciudadanos. Al Partido Popular, que no ha participado en el pacto, le queda al menos la consolación de que ha sido pionero en la oposición a este impuesto no sólo en Andalucía, sino en el conjunto del territorio nacional.

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