Madrileñismo, nuevo regionalismo

No es Madrid la que financia a la Junta de Andalucía, sino un sistema fiscal redistributivo que es común a todas las comunidades

El último informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) sirve para visualizar lo contagioso que son los discursos nacionalistas sobre los agravios territoriales. Fedea hace un balance de la liquidación del sistema de financiación autonómica, del que resulta que es la Comunidad de Madrid la que más aporta a la bolsa común: 6.000 millones de euros frente a los 2.700 millones de euros de Cataluña y los 462 millones de euros de las Baleares. Todas las demás reciben más dinero del que aportan del sistema. En el caso andaluz, 5.246 millones, con lo que el 30% del total de sus ingresos proceden de la bolsa de las otras comunidades y del Estado. La comunidad que más se financia con fondos de fuera es Canarias, seguida de Extremadura, con el 70% de sus ingresos. Este es el relato que el Gobierno autonómico de Madrid ha dibujado estos días, un escenario que se parece mucho al que en otras ocasiones hemos escuchado desde Cataluña: fondos que salen de una comunidad para financiar a otras. Hemos de recordar que no son las regiones las que pagan impuestos, sino los ciudadanos y que, a grandes rasgos, el sistema fiscal es similar en todos los territorios. Por tanto, no es Madrid la que financia a la Junta de Andalucía, sino un sistema fiscal redistributivo que es común a todas las comunidades españolas, a excepción de las forales. Está bien conocer cómo se comporta el modelo autonómico de financiación, pero lo que se debe subrayar es que comunidades como Valencia y Andalucía tienen menos dinero por habitante para pagar unos servicios fundamentales que deben ser iguales en todo el país. Esto es lo que cuenta. Sobre una media de 100, Valencia sólo puede gastar el 92,4% de la cantidad por falta de financiación. En el caso de Andalucía, el porcentaje mejora tres puntos, pero no más. El actual modelo de financiación autonómica tiene que ser reformado, no sólo porque su vigencia se ha agotado, sino porque provoca graves deficiencias para algunos de los territorios más poblados de España. Lo otro, lo de si Madrid pone más o menos que Cataluña, es una peligrosa reducción localista.

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