Razones más allá de una manifestación

Sin Presupuestos y fracasado el plan de "desinflamar" la cuestión catalana, a Sánchez sólo le queda convocar elecciones

Más allá de la inevitable guerra de cifras (la Delegación del Gobierno de Madrid apunta a 45.000 personas y los convocantes a 200.000) todo indica que, aunque masiva, la manifestación "por la unidad de España" y para pedir el adelanto de las elecciones generales no ha tenido la misma repercusión que las que se realizaron en pleno apogeo del procés, cuando centenares de miles de españoles de toda condición e ideología se echaron a la calle para frenar la escalada independentista catalana. La manifestación de ayer era legítima y conectaba con las inquietudes de muchos españoles, pero tenía un claro sesgo partidario. Es decir, estaba convocada para apoyar la estrategia electoral de PP, Ciudadanos y Vox, lo cual no tiene nada de malo, pero explica que no haya conectado con amplias capas del país que no se sienten identificadas con el ideario y los objetivos del centroderecha, por no hablar de Vox.

Sin embargo, independientemente de cualquier valoración de la oportunidad o no de la manifestación y si es la calle el lugar donde se deben dirimir las diferencias políticas, es evidente que muchos de los lemas y aspiraciones que expresaban las personas congregadas en la Plaza de Colón estaban más que justificados. En primer lugar, porque la política de "desinflamación" que el Gobierno ha intentado llevar a cabo con respecto a la cuestión catalana ha sido un completo fracaso, probablemente debido a una mezcla de ingenuidad por parte del Ejecutivo central con una manifiesta mala fe de los políticos independentistas, que han recurrido a todo tipo de artimañas para dejar en evidencia al mismo presidente que auparon con sus votos durante la moción de censura. Además, los manifestantes tienen razón al pedir inmediato adelanto de las elecciones generales. A estas alturas ya nadie duda de que el Ejecutivo de Sánchez está completamente noqueado y que ni siquiera la proverbial capacidad de resucitar del líder socialista podrá sacarlo del atolladero en el que se encuentra metido. Sin Presupuestos Generales del Estado (es muy improbable que se aprueben), con los partidos de derechas completamente inflamados, con los aliados de Podemos en abierta guerra interna y con Cataluña en un limbo del que nadie sabe como salir, ya no tiene ningún sentido que Pedro Sánchez se aferre al sillón del poder. En democracia, cuando se llega a tales extremos, sólo hay una solución: poner las urnas (las de verdad) y dejar que la ciudadanía hable.

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