El Rey da tiempo a los partidos para dialogar

Hoy por hoy, con las cenizas del intento de Sánchez aún calientes, no hay ninguna opción para que se alcance un acuerdo de investidura

El rey Felipe VI ha comunicado a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, su decisión de no convocar por ahora una nueva ronda de consultas con los líderes políticos tras el fracasado intento de Pedro Sánchez de ser investido presidente del Gobierno. Don Felipe, pese a llevar apenas un lustro como monarca constitucional de España, es ya un experto en estas lides, pues le ha tocado vivir el momento de mayor inestabilidad de la democracia española, si exceptuamos los años de la Transición, en los que el terrorismo etarra, el ruido de sables y la difícil situación socioeconómica propiciada por la crisis del petróleo formaron un cóctel difícilmente superable. Aun así, el Rey ha sabido representar en todo momento su papel institucional de moderar y facilitar el acuerdo entre los partidos. Su decisión de ahora obedece a la más estricta lógica política: hoy por hoy, con las cenizas del intento de Sánchez aún calientes, no hay ningún indicio de que sea posible un acuerdo que pueda aglutinar los votos necesarios para una investidura.

De esta manera, los políticos tendrán el mes de agosto para reflexionar, enfriar los ánimos y, en septiembre, si es posible, volver a intentar un pacto. Aun así, hay pocos motivos para el optimismo. El escenario más posible es que, tras las vacaciones, Felipe VI vuelva a convocar una ronda de consultas para comprobar que no es factible un pacto y, de acuerdo con la presidenta del Congreso, firmar el decreto de nuevas elecciones generales para noviembre. Pero en política, como se sabe, todo es posible y más con casi dos meses por delante (el plazo para la investidura de un presidente es hasta el 23 de septiembre).

Lo único que parece claro es que es Pedro Sánchez el que tiene que hacer el esfuerzo para buscar el pacto. Él es el líder de la formación más votada en las pasadas generales y en él recae la responsabilidad. Pero, para ello, el ahora presidente en funciones tiene que mover pieza, abandonar la pasividad un tanto confiada con la que ha actuado hasta el momento y generar propuestas que sean atractivas a los partidos que puedan garantizar los votos necesarios. Descartado Podemos -que hubiese supuesto la entrada de una fuerza populista en el Gobierno- es inevitable mirar a Ciudadanos. A estas alturas, todo indica que este acercamiento no se producirá, y que los líderes políticos ya se preparan para unas nuevas generales. Mientras tanto, España estará sometida a la inestabilidad política.

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