Salud: el camino era rectificar

La crisis sanitaria es una evidencia de que no nos podemos permitir como sociedad unas instituciones sin agilidad de respuesta

Tla intensa reunión que el consejero de Salud, Aquilino Alonso, mantuvo este jueves en Granada con las plataformas críticas con el modelo de fusión hospitalario que el SASha implantado en la capital tiene un especial simbolismo, no sólo por lo que supone de "rectificación" en la gestión sanitaria, sino por el mensaje que lanza a toda Andalucía sobre una Administración que es capaz de reconocer errores, admitir el "fracaso" de un proyecto y tomar medidas que den respuesta tanto a los ciudadanos como a los profesionales. Una hoja en blanco que se afrontará con celeridad y firmeza y que ha de contribuir a desactivar el peligroso clima de opinión que parece haberse instalado en nuestra comunidad sobre la degradación de la asistencia sanitaria. Porque fue en Granada donde comenzó la movilización social, con un eco desmedido e incontrolable en la redes sociales, pero ya se ha contagiado a otras ciudades como Huelva, Málaga o La Línea, extendiendo la legítima preocupación ciudadana sobre la calidad y el futuro de lo que hasta ahora ha sido una de las principales banderas de la gestión del PSOE al frente de la Junta. La política al servicio de la gestión; la capacidad de diálogo y la responsabilidad institucional para facilitar la vida de los andaluces; no para complicarla. Aunque el camino para resolver los desajustes detectados con la inauguración del nuevo Hospital del PTS -ya hay un plan de choque con más de 40 medidas- y para negociar un modelo organizativo que responda a esa idea de "dos hospitales generales lo más completos posibles" que exige el sector crítico sigue siendo tremendamente complejo, ya se han sentado las bases para el desbloqueo: hay interlocutores con capacidad de decisión liderando el diálogo y hay unas indicaciones muy claras por parte del Gobierno andaluz para blindar la sanidad pública y de calidad como una seña de identidad de nuestra comunidad que impida su instrumentalización política. Por encima de personalismos, de acusaciones de manipulación y de los múltiples intereses que convergen en un tema tan sensible, la realidad es que la crisis sanitaria no ha dejado de agravarse desde la masiva protesta que hace mes y medio sacó a la calle a más de 40.000 granadinos. A la espera de ver cómo evolucionan las negociaciones, la primera lectura que habríamos de compartir es la evidencia sobre los graves problemas de comunicación que se han producido en este tiempo -tanto de cara a los medios como a los propios ciudadanos- y de que son tiempos en los que ni se puede minusvalorar el impacto de la movilización social ni nos podemos permitir como sociedad unas instituciones sin capacidad y agilidad de respuesta.

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