Tarajal: un cierre obligado que no se puede parchear

El mejor método de garantizar el trato y de evitar altercados como los que hemos visto es asegurar la dotación del puesto fronterizo

El Gobierno ha tenido que cerrar el paso fronterizo ceutí del Tarajal, entre España y Marruecos, ante el convencimiento de las fuerzas de seguridad de que la entrada no se podía asegurar. Desde el primero de agosto se vienen produciendo intentos de incursiones masivas de inmigrantes subsaharianos; se trata de un grupo de unas mil personas que malviven en los alrededores de la frontera y que casi todas las noches protagonizan algún tipo de salto. Las imágenes que vimos a inicios de esta semana causan cierta vergüenza: un puesto fronterizo desguarnecido, con apenas cinco agentes que estaban dedicados a labores burocráticas y que son sorprendidos por cerca de 200 personas que entran a la carrera y ante las cuales se intenta una detención un tanto grotesca. El mejor modo de asegurar la seguridad y de evitar altercados es, precisamente, la buena dotación de los puestos, de ahí que sea comprensible que la Unidad de Intervención Policial, que se ha hecho cargo de la frontera, haya solicitado estos días sin entradas de mercancías para frenar los asaltos y replantear el modelo de control. Tanto policías como guardias civiles vienen explicando que este puesto fronterizo, por el que diariamente pasan miles de personas a pie dedicadas al comercio entre los dos países, necesita de más agentes, requiere de un protocolo de actuación y que se garantice la seguridad jurídica de los funcionarios públicos. Del mismo modo que se reclama el trato digno a los inmigrantes, hay que garantizar la seguridad de los policías y guardia civiles encargados de las actuaciones. Como consecuencia de la crisis económica, la plantilla policial de Ceuta se ha venido reduciendo, así ha ocurrido en todos los departamentos de la Administración, pero las restricciones a la reposición de personal han comenzado a provocar serios problemas. Algo similar pasó con el personal destinado a la renovación del DNI, hasta que el sistema se colapsó del todo. Ceuta y Melilla no son sólo fronteras españolas, son las fronteras más calientes del sur de Europa, y es responsabilidad del Gobierno, pero también de las autoridades de Bruselas. Marruecos tiene que mejorar la actitud que ha tenido este verano, pero el país vecino también está sufriendo la presión migratoria de gran parte de un continente. La mejora de los controles en el sur de Italia ha provocado el desvío, natural y previsible, de los flujos de migración desde Libia a Marruecos, de ahí el aumento del paso de embarcaciones durante estas últimas semanas.

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