La actuación intolerable del ministro Marlaska

Miembros del Gobierno llegaron a poner en duda la lealtad de la Guardia Civil a la democracia para enmascarar sus mentiras. Es muy grave

En los últimos días, tanto el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, como su equipo han sostenido en reiteradas ocasiones que la destitución del coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, jefe de la Comandancia de dicho cuerpo en Madrid, respondió a una "pérdida de confianza" y a una mera reestructuración de dicho departamento. Aunque desde el principio se sospechó que el ministro no decía la verdad y que todo se debía a que el funcionario se había negado a proporcionar información al Ejecutivo sobre la investigación que se estaba realizando, por orden de una juez, al delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, tanto Marlaska como otros miembros muy destacados del Ejecutivo repitieron una y otra vez unos argumentos que ahora se han revelado como auténticas mentiras. El ministro, ya hay evidencias de ello, mintió tanto a la sociedad española como al Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional. Estamos, evidentemente, ante un hecho gravísimo que no puede ser solucionado con unas meras excusas ni, mucho menos, con patéticos argumentos como los desplegados ayer por la ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero.

En un documento reservado que firmó el pasado 24 de mayo, la directora general del instituto armado, María Gámez (cuyo papel en todo este asunto está dejando muchísimo que desear), deja muy claro que el cese del coronel López de los Cobos se produjo por "no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento". Más claro imposible. Ahora se podrá insistir todo lo que se quiera en la calidad del informe sobre las movilizaciones del 8-M, sobre sus errores y contradicciones, pero lo que queda muy claro es que un ministro, representante del Poder Ejecutivo, intentó influir en una investigación del Judicial y, además, engañó al Legislativo.

Se ha jugado con el buen nombre del coronel Diego López de los Cobos, que se jugó la vida combatiendo al terrorismo de ETA y que ha sufrido el acoso nacionalista por su labor en Cataluña en los duros días del procés. También, desde el Gobierno, se ha llegado a poner en duda la lealtad de la Guardia Civil a la democracia para enmascarar sus mentiras y sus intereses políticos. Todo esto es gravísimo y debe tener consecuencias a la altura del desatino.

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