A diez años del inicio de la gran recesión

El principal culpable, en el caso español, fue el supervisor por su ceguera y su falta de actuación, y un Gobierno que la creyó pasajera

El 8 de agosto de 2007, del que se cumplirán diez años mañana, el índice Dow Jones se derrumbó ante el temor de una crisis hipotecaria. Buena parte de los bancos de Estados Unidos habían invertido en productos de una alta rentabilidad que anclaban su supuesta solidez en las tristemente famosas hipotecas subprime. En el siguiente año y medio, quebraron bancos y se perdieron casi nueve millones de empleos en ese país, pero, pasado el tiempo, la crisis se extendió a Europa y, en especial, a países como España, Portugal y Grecia. En nuestro caso, el alto endeudamiento de particulares y empresas, basado en buena parte en una burbuja inmobiliaria, provocó una particular crisis bancaria, que se llevó por delante el sistema de cajas de ahorros; una tremenda recesión con costes sociales casi insoportables, y un terremoto político del que nacieron dos nuevos partidos y el inicio de un desafío independentista que aún hoy dura. Una crisis de libro, histórica. Hay coincidencia en que, en el caso español, el supervisor, el Banco de España, fue el principal causante por su falta de actuación, pero el Gobierno de entonces, el de José Luis Rodríguez Zapatero, prefirió una huida hacia adelante ante la creencia de que aquello iba a ser pasajero. Hubo un tiempo en que, incluso, se censuraba que alguien dijese que España estaba en crisis. La banca aguantó en un principio, pero después sucumbió, y las comunidades autónomas demostraron estar asentadas sobre unas deudas insoportables, cuando no en una suerte de quiebra, que se salvaron gracias a las inyecciones del Gobierno central. Pero eso tardó; en un principio, las políticas de austeridad, excesivas, impuestas por Alemania como castigo ante la laxitud, llevaron al país al borde de la intervención y provocaron unos costes sociales en la clase media muy difíciles de asumir. El cambio de postura del Banco Central Europeo, que comenzó a actuar como la Reserva Federal, con inyecciones de liquidez, alivió la situación y cambió en curso de la crisis, de la que se salió en el caso de España gracias a una dolorosa devaluación interna de precios y salarios. El país aún soporta las secuelas de aquello que estalló hace diez años, pero también nos deja varias lecciones. La primera, la necesidad de un supervisor que actúe de modo independiente y con criterio para evitar burbujas y endeudamientos excesivos;la segunda, la necesidad de que las administraciones tiendan al equilibrio presupuestario donde impuestos (ingresos) y gastos vayan parejos, y la tercera, que Bruselas sea consciente de las repercusiones de políticas de castigo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios