Editorial

Un debate inoportuno y oportunista

Con la propuesta de la España plurinacional se podría estar confundiendo el federalismo con una rendición ante el nacionalismo

El equipo del secretario general electo del PSOE, Pedro Sánchez, ya ha mostrado su intención de llevar al 39º Congreso Federal de la formación una propuesta para iniciar una reforma constitucional que recoja "el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado apuntado en el artículo 2 de la Constitución". Evidentemente, Pedro Sánchez está en el derecho de plantear las iniciativas políticas e ideológicas que considere oportunas, más después de la clara victoria obtenida en las primarias del pasado domingo. Sin embargo, teniendo en cuenta la situación política e institucional que vive España, abrir ahora este debate es inoportuno y oportunista. Inoportuno porque llega la propuesta en unos momentos en los que la Generalitat y los partidos soberanistas catalanes están desafiando claramente al Estado y negando la soberanía nacional. El PSOE debería esperar a que se supere esta crisis antes de introducir debates que afectan a la esencia misma de la palabra España. Oportunista porque da la sensación de que la propuesta se realiza con la vista puesta en recuperar el terreno perdido en Cataluña y no para zanjar un debate ya secular.

Sobre el artículo 2 de nuestra Constitución han corrido ríos de tinta. Es cierto que no deja lugar a dudas cuando se habla de la "indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles", pero también que al hablar posteriormente de nacionalidades (a las cuales, junto a las regiones, se les reconoce el derecho a la autonomía) se introdujo un término jurídicamente resbaladizo que ha dado alas a los que quieren reducir a España a una simple estructura administrativa que puede ser disuelta o modificada sustancialmente en cualquier momento. Con esta propuesta, mucho nos tememos que el sector que apoya a Pedro Sánchez puede estar confundiendo el federalismo con una simple rendición ante el nacionalismo periférico, lo cual sería un grave error.

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