La educación en Andalucía: es urgente el pacto

Portugal es un claro ejemplo de que, en educación, las cosas pueden mejorar cuando hay una verdadera voluntad

Desde hace años, tanto las cifras como los informes independientes vienen avisando de los graves problemas que padece la educación en Andalucía. Sin llegar al extremo de que estemos ante una "situación de emergencia", como dijo el pasado viernes el consejero del ramo, Javier Imbroda (algo que hay que achacar a los excesos propios del juego político), sí se puede afirmar que la educación en nuestra comunidad autónoma necesita de una profunda reforma que la saque de su actual estado de atonía. Sin embargo, se equivocará quien piense que esta revolución puede venir de la mano de un solo partido o gobierno. En asuntos como la educación se requieren grandes pactos que permitan mantener un esfuerzo sostenido durante décadas. Es decir, se necesita que tanto el Ejecutivo (ahora en manos del PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox) como la oposición (PSOE y Podemos-IU) lleguen a un acuerdo que no se mueva cada cuatro años según quien gane las elecciones.

No podemos caer en el fatalismo. Un ejemplo muy claro de que las cosas pueden mejorar lo tenemos en Portugal. Como publicamos hoy en un reportaje, en apenas 20 años el país vecino ha conseguido salir de la cola del Informe PISA para situarse en posiciones por encima de la media. Sólo hace falta voluntad política.

No es necesario que insistamos demasiado en que, en la llamada sociedad del conocimiento, las comunidades que tengan buenos sistemas educativos tendrán muchas más posibilidades de desarrollo que las que no. Tampoco en que la educación es uno de los motores más potentes de la movilidad social y de la redistribución de la riqueza. Por tanto, todos tienen que hacer un esfuerzo para sacarla de la pugna política y alcanzar un pacto que garantice su calidad. Por desgracia no es así, como hemos visto recientemente con el plan de refuerzo escolar de Imbroda, una buena idea cuya implantación ha sido fallida en medio de la bronca política. No es ese el camino.

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