Un informe de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo desvela el bajo nivel de los estudiantes andaluces en Matemáticas y Ciencias. En concreto, dicho estudio asegura que nuestros escolares están a 33 puntos de la media europea, lo que no deja de ser un dato inquietante. Hay que aclarar que hay muchas voces que suelen cuestionar y quitar validez a este tipo de estudios y rankings porque los consideran parciales y excesivamente "resultistas", ya que no suelen tener en cuenta cuestiones importantes en la educación como son los valores humanos, pero no se puede desdeñar que este estudio es una nueva alarma roja que nos avisa sobre el pobre rendimiento de nuestro sistema escolar, algo de lo que ya ha avisado en repetidas ocasiones el conocido informe PISA, aunque también es cierto que éste apunta una progresiva mejoría.

Antes que nada, hay que destacar que en los casi cuarenta años de autonomía andaluza la educación ha avanzado de forma considerable, sobre todo en lo que a la universalización de este derecho fundamental se refiere. Hoy por hoy, todos los niños están escolarizados desde los 3 hasta los 16 años y las infraestructuras educativas -con los lógicos fallos y problemas- cada vez son más completas. Sin embargo, todos los informes apuntan que nuestros escolares no están al mismo nivel académico y científico que los niños de otros países de nuestro entorno. En especial, la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo avisa de nuestras deficiencias en Matemáticas y Ciencias, materias que están en la base de cualquier desarrollo tecnológico. Si tenemos en cuenta que, en el mundo globalizado actual, las economías más fuertes y competitivas serán -ya lo están siendo- aquellas que sean capaces de generar tecnología, nos daremos cuenta de que no estamos poniendo los cimientos para que, en el futuro, la economía andaluza pueda estar entre las más fuertes.

Una vez más, habrá que advertir que la Junta de Andalucía debe tomarse en serio la mejora de los resultados escolares. No es sólo construir una escuela universal y solidaria -eso ya se da por hecho-, sino también que suministre a las generaciones futuras las herramientas intelectuales suficientes para poder construir una economía competitiva en un mundo cada vez más duro. Este, y no otros menos confesables, debe ser uno de los principales objetivos de nuestro Gobierno.

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