El endiablado horizonte electoral

El barómetro de Metroscopia predice el final definitivo del bipartidismo y la elevada fragmentación parlamentaria

El barómetro de Metroscopia de diciembre, publicado por este periódico, nos deja un endiablado horizonte electoral en el que se certificaría definitivamente el fin del bipartidismo que ha regido en España en las últimas décadas y se daría paso a un complicado pentapartidismo en el que el PSOE tendría 89 escaños, Ciudadanos, 70; PP, 68; Podemos, 63; Vox, 31; y el resto, 31. Todos los partidos citados sumarían más del 10% de los apoyos, pero ninguno lograría pasar del 30%. Esta elevada fragmentación se complicaría, además, con el hecho que ninguno de los dos bloques, el de derechas (Cs, PP y Vox) y el de izquierdas (PSOE y Podemos), sumaría en el Parlamento para poder gobernar.

El llamado bipartidismo imperfecto (la alternancia del poder entre PSOE y PP, pero muchas veces con el necesario apoyo de los nacionalistas) parece, pues, haber pasado a la historia y nuestros políticos tendrán que cultivar e intensificar sus capacidades negociadoras para poder forjar mayorías que hagan posible la gobernabilidad de España. De alguna manera, como ya se ha apuntado, volvemos a la casilla de salida de la democracia española, cuando el panorama político era parecido (aunque no igual) al que dibuja este barómetro. Evidentemente, esta fragmentación hará más dificultosa la acción de Gobierno, pero tendrá efectos positivos, al impedir los llamados rodillos parlamentarios (de los que tanto han abusado PP y PSOE) y obligar a todos a buscar consensos que moderarán los excesos discursivos a los que estamos asistiendo en los últimos tiempos. Con un panorama como el que pinta Metroscopia, la moderación y las posiciones centradas pasarán a ser una ventaja política (por lo menos en el Parlamento), porque permitirán pactar en diferentes direcciones. La cara más negativa de este mosaico en el Poder Legislativo es que los partidos nacionalistas (cuya desafección al conjunto del país ha quedado patente en los últimos tiempos) volverán a tener una desproporcionada influencia, lo que refuerza la idea de que quizás ha llegado el momento de replantearnos el sistema electoral para que sus resultados reflejen mejor el sentido general del país y, sobre todo, impida la labor de zapa desleal que algunas formaciones independentistas están haciendo con nuestras instituciones.

Los próximos tiempos van a necesitar de políticos bien preparados y eficaces, generosos y con capacidad de entendimiento. Los ciudadanos debemos exigirlo. Para ello tenemos una herramienta de presión muy poderosa, el voto.

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