La grave crisis de seguridad en Barcelona

Los robos con violencia en las calles suman más de 4.000 en el primer semestre de este año, un 35% más que en 2018

La ciudad de Barcelona sufre desde hace al menos tres años un grave problema de seguridad ciudadana, como vienen reflejando semestre a semestre las estadísticas del Ministerio del Interior y ratifican también las respuestas que dan los ciudadanos cuando se les cuestiona por la situación. Pero, hasta ahora, la reacción de las dos administraciones concernidas, el Ayuntamiento y la Generalitat de Cataluña, ha sido minimizar la realidad. El propio Gobierno autonómico ni siquiera participaba hasta ahora con sus Mossos d' Esquadra, la unidad policial autonómica competente esta materia, en las reuniones de la Junta de Seguridad Local convocadas por el Consistorio, en una clara dejación de funciones que evidencia hasta qué punto el independentismo ha necrosado todo el sistema político. Pero tampoco la Guardia Urbana fue nunca una prioridad para la alcaldesa, Ada Colau, líder de movimientos callejeros antes de acceder al cargo, y la confluencia política que la sustenta. Ya se mostró excesivamente tolerante cuando, por ejemplo, comenzaron los ataques a turistas, cuando este sector es capital para la economía de la Ciudad Condal. Y el agravamiento de la convivencia en algunos barrios populares de la urbe por la proliferación de la venta de drogas también quedaron sin respuesta. Los vientos sembrados durante su mandato, con la destacada connivencia del Ejecutivo catalán, aparecen ahora en forma de un fuerte incremento en el número de homicidios, el aumento de los hurtos, un tercio de los cuales se cometen en los transportes públicos, lo que ha provocado la creación de patrullas ciudadanas para perseguir a los carteristas en el Metro. Los más de 4.000 robos con violencia en sus calles en el primer semestre de 2019, un 35% más que en las mismas fechas que el año pasado, han sido en algunos casos con especial brutalidad, al emplear los malhechores cadenas retráctiles para golpear a sus víctimas, entre las cuales algún representante del cuerpo diplomático. El panorama provocó que la Embajada de Estados Unidos publicara la pasada semana en su página web una alerta a sus compatriotas para que no hagan ostentación de sus joyas cuando frecuenten las zonas turísticas barcelonesas. Los Mossos alegan que también se han multiplicado las detenciones y que el problema es que la mayoría de los ladrones que arrestan regresan a las calles una vez que pasan a disposición judicial. Pero al margen de que la ley no termine por resolver el problema de la multirreincidencia, lo cierto es que Barcelona ha llegado tarde y mal para afrontar esta crisis.

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