La hora de gobernar Andalucía

Díaz tenía el derecho de presentarse a las primarias. Ha perdido y ahora debe centrarse en los problemas de todos los andaluces

Susana Díaz tenía el derecho -e incluso la obligación- de presentarse a las primarias del PSOE. Así lo aconsejaba la situación tanto del Partido Socialista como del país. La líder andaluza representaba la apuesta por la continuidad de la tradición socialdemócrata que era más que necesario jugar en unos momentos en los que la tentación populista está calando en amplios sectores de la clase política española y europea. La jugó y ha perdido. A partir de ahora, el PSOE será dirigido por Pedro Sánchez y, para bien o para mal, será a él a quien le toque trazar el rumbo de la organización socialista. Sin embargo, esto no cambia el que Susana Díaz sea la presidenta de la Junta gracias a los votos de los andaluces y al pacto que el PSOE hizo con Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía. Antes, mucho antes, que a su cargo orgánico en el PSOE, Susana Díaz se debe a todos los andaluces y sus principales afanes deben ir destinados a los muchos y graves problemas que padece nuestra comunidad autónoma, a la cabeza de España en el desempleo y a la cola del desarrollo económico.

En estos últimos tiempos, Susana Díaz ha tenido que compartir su tiempo y capacidades entre atender a las luchas internas del PSOE y la gobernación de Andalucía. Pero ya no. Ahora es el momento de ponerse a trabajar en exclusividad en el Ejecutivo andaluz. Por lo pronto hay que recuperar el tono reivindicativo frente al Gobierno de la nación. En los últimos tiempos se han tomado decisiones que perjudican a Andalucía y que no han recibido la contestación necesaria por parte de la presidencia de la Junta, quizás porque Susana Díaz, en su pugna por dirigir el PSOE, no quería levantar susceptibilidades en otros territorios. Decisiones de Madrid como el dar prioridad a los tramos valencianos y catalanes del Corredor Mediterráneo o la onerosa negociación del cupo vasco son sólo dos botones de muestra de la tibieza de la Junta frente a decisiones claramente injustas y contrarias a nuestros intereses.

Pero ni mucho menos todos los males vienen de Madrid. Los numerosos problemas que se detectan en sectores prioritarios para el Estado de bienestar, como la educación o la sanidad, son en la mayoría de los casos responsabilidad del Ejecutivo andaluz, y ya es hora de que se ataquen con rigor para encontrar soluciones duraderas. Presidir Andalucía es un privilegio al que están llamados muy pocos. A cambio, se requiere una dedicación absoluta.

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