Una moción de censura banal

Vox se ha equivocado. La moción de censura es un instrumento constitucional que debe ser usado con la mayor responsabilidad. No es el caso

Pese al empeño de sus adversarios en decir lo contrario, Vox es un partido al que hay que tener en cuenta, principalmente porque es legal y recabó el 15% de los sufragios en las últimas elecciones generales (la tercera fuerza más votada, por delante de Unidas Podemos). Negarle el pan y la sal, como pretenden algunos, es ningunear a una parte importante del electorado español, algo que como la historia nos demuestra no suele dar buenos resultados. La formación liderada por Santiago Abascal, por lo tanto, está legitimada para tomar las iniciativas parlamentarias que crea convenientes, pero eso no la libra del error, como se ha visto claramente con la moción de censura que ha presentado contra el presidente Pedro Sánchez, que empezará a debatirse en el Congreso mañana miércoles. La moción es un error porque nace muerta, con absolutamente ninguna posibilidad de prosperar. A la espera de que el PP desvele el sentido final de su voto, lo más probable es que los 52 diputados se queden solos en la iniciativa. En unos momentos de profunda crisis en los que la pandemia está desbocada y nuestra economía en caída libre, resulta banal y frívolo perder el tiempo y las energías en una iniciativa que no va a ninguna parte. La única explicación, entonces, es que Vox haya presentado la moción de censura por puro interés partidista, por captar la máxima atención mediática en estos días e intentar ganar posiciones en la particular guerra abierta en el seno de la derecha española. En ese caso, además de banal, la moción sería una deslealtad hacia los ciudadanos, que ya están hartos de ver cómo los partidos valoran más sus intereses que los del conjunto de la nación. La moción de censura es un instrumento constitucional que debe ser usado con la máxima responsabilidad. No es el caso. En estos días veremos cómo el Congreso se llenará de insultos proferidos por unos y otros, cargando aún más de tensión política el ya de por sí eléctrico panorama español. Vox se ha equivocado, y lo hace contradiciendo uno de los principios que, asegura, inspiran su acción política: el patriotismo.

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