La polémica ley 'trans'

El borrador de la ley 'trans', muy contestado desde el feminismo histórico, es un auténtico dislate que probablemente no tendrá mucho recorrido

La elaboración por parte del Ministerio de Igualdad del borrador de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans, conocida como la ley trans, ha vuelto a evidenciar dos cosas: las profundas desavenencias que existen en el interior del Gobierno Sánchez, en el que conviven dos partidos cada vez más enfrentados, PSOE y Podemos; y la alarmante tendencia hacia el populismo y la banalidad legisladora de la formación morada. La ley trans no sólo ha provocado las quejas del feminismo, expresadas con contundencia por algunas de las líderes históricas de este movimiento (Amelia Válcarcel, Alicia Miyares, Laura Freixas, Ángeles Álvarez, Victoria Sendón, etcétera), sino que también ha propiciado que la misma vicepresidenta primera, Carmen Calvo, llegue a mostrar públicamente su preocupación ante un texto que, entre otras cosas, consagra la autodeterminación del género sin antes pasar por ningún tipo control médico, psicológico o tratamiento hormonal. Es decir, que cualquier ciudadano español puede exigir que en su carnet de identidad conste el género que éste decida con el único argumento de su mera voluntad o deseo. Esto, llevado al extremo, podría provocar situaciones surrealistas como que un varón se autodeterminase mujer para poder percibir ayudas destinadas a la igualdad o beneficiarse de acciones de discriminación positiva. Como dijo ayer Calvo, "puede poner en riesgo los criterios de identidad de 47 millones de españoles". El texto, además, fija en 16 años la edad para el cambio en el registro, sin necesidad de informe médico ni consentimiento de los progenitores, por lo que las feministas históricas avisan de que "vulnera gravemente los derechos de las mujeres y de la infancia". La transexualidad es una opción vital absolutamente respetable que debe estar protegida de los ataques a los que, lamentablemente, a veces se ve sometida. Pero parece evidente que el borrador de la ley trans es un auténtico dislate que no tendrá mucho recorrido, al menos con su actual redacción. La ministra Irene Montero debe recapacitar y centrarse en hacer leyes serias y verdaderamente útiles para los ciudadanos, incluidos los transexuales.

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