Los prometidos viajes al centro

Tanto Sánchez como Casado tienen desde ahora la posibilidad de demostrar que su pretendido centrismo es mucho más que un manido eslogan

Tanto el PP de Pablo Casado como, ahora, el PSOE de Pedro Sánchez intentan transmitir a la sociedad una imagen de partidos centrados, cuando no directamente centristas. Éste es un viejo discurso de la política española. Sólo las formaciones claramente posicionadas en uno de los extremos del arco político, como Podemos o Vox, presumen abiertamente de su condición izquierdista o derechista. El centro, como bien se sabe, es más una actitud, un talante, que una ideología. Consiste en hacer políticas que cuenten con la aceptación del mayor número de ciudadanos, independientemente de su filiación ideológica, y en las que la moderación sea la voz cantante. Es casi una ley electoral de nuestro país que el ganador de los comicios suele ser aquel que consigue conquistar este espacio político un tanto escurridizo. Por eso, Pedro Sánchez tuvo que asegurar a los electores que nunca pactaría con Podemos (promesa que, a la vista está, no cumplió) y Pablo Casado intenta cada vez que puede y le dejan separarse de Vox. Ahora bien, la ciudadanía es muchas veces más inteligente que lo que los políticos suelen pensar y sabe que detrás de estos discursos centristas muchas veces no hay más que pura palabrería que se olvida una vez que se llega al poder. Por eso es importante que los políticos doten de contenido este discurso. Pedro Sánchez está en el Gobierno y tiene la oportunidad de lanzar claros mensajes centristas en sus políticas económicas, territoriales, sociales, culturales, etcétera. De aquí a las próximas elecciones generales debe demostrar que su reivindicación de la socialdemocracia europea, el verdadero centroizquierda, no es un mero eslogan. Lo mismo se podría decir de Pablo Casado, cuya oposición no siempre es un ejemplo de moderación y templanza, ni responde al estándar del centroderecha liberalconservador europeo. Bienvenidos sean siempre los discursos centrados, pero deben ser algo más que gestos y palabras. Tanto Sánchez como Casado tienen desde ahora la oportunidad de demostrar que su pretendido centrismo es mucho más que un manido eslogan.

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