El proyecto frustrado de Antonio Banderas

El problema es que el concurso de ideas ganado por el actor no era vinculante y exige un nuevo proceso de concurrencia

Antonio Banderas renuncia a dirigir el proyecto teatral que pretendía levantar sobre una parcela comprada por 21 millones por el Ayuntamiento de Málaga en la plaza en la que nació Pablo Picasso. La intención del Consistorio en su momento era crear sobre ese suelo, ocupado con anterioridad por dos cines y que un privado había adquirido para hacer viviendas de lujo, el Museo de los Museos. Pero la crisis convirtió en inviable ese objetivo. El actor justifica su marcha por el "trato humillante" que considera ha recibido tras conocerse su interés. Banderas, de la mano del arquitecto José Seguí y de los empresarios promotores del Starlite de Marbella, ganaron hace unas semanas el concurso de ideas convocado por el municipio para definir los usos del solar y la viabilidad económica de la nueva iniciativa. Pero el alcalde, en su día, evitó que este fallo fuera vinculante. Se guardaba una carta para no tener que ejecutar por obligación la propuesta del jurado. Así que el proceso administrativo final para decidir qué destino se le da al nuevo inmueble de la Plaza de la Merced obliga a un segundo proceso de concurrencia competitiva. En ese punto, Francisco de la Torre cometió un grave error. Anunció públicamente que las bases del proyecto que se someterían a este segundo concurso serían un calco del auspiciado por Banderas. Es más, prácticamente, dio por sentado que en esas circunstancias (como por otra parte era previsible) el artista sería finalmente el vencedor. Un traje a medida, contestado testimonialmente por las marcas de Izquierda Unida y Podemos en el Ayuntamiento, donde son minoría, y que también incentivó comentarios de toda índole en las redes sociales. Pero la iniciativa teatral de Banderas, que paradójicamente sólo se ha conocido con algo de concreción en su carta de despedida difundida por un periódico, también contemplaba otros usos importantes de índole comercial y hostelero para asegurar la rentabilidad económica de la inversión. Además, el edificio proyectado rebasaba en dos plantas la altura permitida por la Junta para no romper la fisonomía del entorno. El propio Gobierno andaluz también exigió más espacio para la cultura en el citado inmueble. En este escenario, Banderas ha decidido retirarse. Una decisión respetable pero que se antoja precipitada y que debería reconsiderar. Pese al proceso administrativo pendiente, no existían obstáculos importantes para impedirle desarrollar su sueño. El final de esta película aún no está escrito.

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