El reto de una sociedad envejecida

El envejecimiento de la población es un reto de primera magnitud que no debe ser obviado por las administraciones

Un estudio aparecido en la revista Panorama Social, editada por Funcas (un think tank dedicado a la investigación económica y social), revela algo que ya todos sospechábamos: el porcentaje de los mayores de 64 años en la población española se ha disparado desde 1977, cuando era del 11%, hasta la actualidad, que se sitúa en el 19%. En números absolutos, las personas de esta franja de edad han aumentado desde los 3,8 millones en los inicios de la Democracia hasta los 8,8 millones en 2017 (un 131% más). Este crecimiento se debe, fundamentalmente, a dos factores: un espectacular aumento de la esperanza de vida (España está en el grupo de cabeza en este indicador en el mundo) y una bajada acentuada de la fecundidad de la población más joven debido a una serie de factores socioeconómicos y de mentalidad (precariedad laboral, estilo de vida más confortable e individualista, incorporación masiva de las mujeres al trabajo, pérdida de influencia de la Iglesia católica en la mentalidad de los españoles, desarrollo de las técnicas anticonceptivas, etcétera).

En principio, el envejecimiento de la población europea (que muchos han bautizado como el Invierno Demográfico) no es ni bueno ni malo, más teniendo en cuenta que en otros puntos del planeta los excedentes de gente joven son evidentes (es más, hay problemas de superpoblación), pero debemos ser muy conscientes de los importantes retos que supondrá para nuestra sociedad dicho proceso demográfico. No es sólo una cuestión de viabilidad o no del sistema de jubilaciones y pensiones (que también), sino de ser capaces de construir un mundo en el que la vejez, lejos de ser un fastidio, se convierta en una época plena de la vida, socialmente útil y personalmente satisfactoria.

En los próximos tiempos debemos decidir cómo vamos a financiar las prestaciones y servicios sociales de los mayores, cómo vamos a evitar los conflictos intergeneracionales que algunos sociólogos han vaticinado, cómo vamos a evitar esa epidemia de la soledad de los ancianos que ya se detecta en muchos países como Inglaterra y que ha llegado a provocar una actuación de emergencia del Gobierno, y un largo etcétera. Hay muchas soluciones sobre la mesa, desde las llamadas viviendas colaborativas (cohousing) para que los mayores autogestionen su vida sin la necesidad de tutelas, hasta modelos de simbiosis intergeneracional. En cualquier caso, el envejecimiento de la población es un reto de primera magnitud que no debe ser obviado por las administraciones como se hizo en su día con la fracasada Ley de Dependencia.

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