La subida del precio de la electricidad

No deja de ser una paradoja que los ciudadanos paguemos más cara la factura de la luz a cambio de que las eléctricas puedan contaminar más

El precio medio de la luz en el mercado mayorista alcanzó ayer su récord anual y el segundo más caro de la historia, superando la cota de los 101 euros por megavatio hora (MWh) y hoy tiene previsto un nuevo incremento que marcará su máximo histórico. Independientemente de los altibajos que pueda tener el mercado energético, los analistas coinciden en que durante mucho tiempo el precio de la luz permanecerá por encima de los dos 92 euros MWh. Es decir, que seguirá muy cara. Esto, evidentemente, tendrá un impacto negativo en las economías de las familias y las empresas, que ya de por sí están bastante castigadas debido a este ciclo de crisis que vive el mundo desde 2008. Los motivos del encarecimiento son principalmente dos: el aumento del consumo eléctrico propio de estos días de verano, en los que aumentan el uso de electrodomésticos como el aire acondicionado, el ventilador o las neveras y congeladores; y los peajes que tienen que pagar las empresas para compensar las emisiones de gases contaminantes. Los cambios en la facturación de la luz también repercutirán negativamente en los bolsillos de diez millones de ciudadanos que tenían discriminación horaria. Ante esta situación, el Gobierno decidió en junio la rebaja del IVA de la energía eléctrica del 21% al 10% para todos los consumidores con potencia contratada de hasta 10 kW, ya sean particulares o empresas. Y se mantendrá en ese 10% hasta fin de año, siempre que el precio en el mercado mayorista se mantenga por encima de los 45 euros por MWh. Pero esto es sólo un pequeño alivio. El gran problema es que las compañías eléctricas han decidido asumir el coste de la emisión de gases contaminantes en vez de buscar la manera de reducirla, lo que termina repercutiendo en la factura de ciudadanos y empresas. Es decir, que no sólo no se consigue aminorar la contaminación, sino que además los españoles pagamos una factura más cara, lo cual merecería algún tipo de reflexión por parte de las autoridades europeas. La transición hacia una economía responsable con el planeta no es fácil y está llena de estas paradojas. Hay que tener cuidado en no caer en la demagogia, pero los gobiernos deben tener claro que si un ciudadano paga más por la luz, a cambio, al menos, puede exigir que la energía sea lo más limpia posible.

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