Los temporales y la Andalucía del futuro

Según los científicos, los fenómenos meteorológicos extremos se van a multiplicar. Hay que prepararse para ello

Los temporales y las inundaciones no son algo nuevo en Andalucía. Prácticamente desde que tenemos fuentes escritas encontramos noticias de todo tipo de catástrofes naturales, con la consiguiente destrucción de vidas humanas, cosechas, infraestructuras, viviendas, etcétera. En este sentido, las fuertes lluvias y riadas registradas durante estos días pasados en zonas de Málaga, Cádiz o Sevilla entran dentro de una trágica normalidad, con toda su carga de desolación. Esta vez, la muerte de un bombero en acto de servicio, en Campillos (Málaga), ha puesto la nota luctuosa en un temporal que tardará mucho en olvidarse. Aun así, hay que destacar que, pese a la dimensión de la catástrofe, los servicios de emergencias de las tres administraciones (local, autonómica y nacional) han funcionado con eficacia, lo que ha impedido que se tengan que lamentar aún más desgracias personales.

Tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno central ya están evaluando los daños del temporal para establecer las ayudas económicas necesarias para que, en lo posible, las zonas afectadas vuelvan a la normalidad.

En este sentido, sólo hay que exigir a las administraciones que agilicen los trámites y que, mientras tanto, se ponga en marcha un plan para paliar los problemas más urgentes de los damnificados. En estos momentos hay personas que prácticamente han perdido todo lo que tenían. Ellas deben ser la prioridad.

Aparte hay que hacer una reflexión más profunda y ambiciosa sobre cómo vamos a prepararnos para unos fenómenos meteorológicos extremos que, según todas las predicciones científicas, se van a multiplicar y agudizar en los próximos tiempos debido al calentamiento global. En estos días hemos visto autopistas cortadas, puentes derribados, coches a la deriva, casas anegadas... Sería falso y necio pensar que estas desagradables estampas no volverán a repetirse.

Nuestra comunidad autónoma ha demostrado que está preparada técnicamente para reducir el impacto de estos desastres naturales, pero todos -y no sólo las administraciones- debemos ser muy conscientes de que aún se puede hacer más. ¿Cómo? De muchas formas, desde tomarnos en serio la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero hasta siendo especialmente escrupulosos en la construcción de infraestructuras y viviendas en lugares especialmente vulnerables a este tipo de fenómenos.

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