Tribuna

jOSÉ mARÍA mARTÍNEZ DE hARO

Escritor y periodista

Andalucía, ambiente electoral

Andalucía, ambiente electoral Andalucía, ambiente electoral

Andalucía, ambiente electoral

Escribo desde Andalucía. Un sol espléndido empapa de luz los puestos de un mercadillo. Olor a frutas y verduras inundan las calles y un bullicio de gentes anima la mañana. Veo un corrillo y allí me detengo, militantes de un partido político reparten folletos para las elecciones del 19 de junio. Se cruzan entre los transeúntes los del PSOE y los de VOX. Observo algunas risas entre los más jóvenes que rehúsan los folletos. Los repartidores de esta propaganda entregan sus folletos como una rutina cansina que se repite en cada convocatoria electoral.

Puede que sea aún prematuro, pero no se percibe ambiente electoral. Ni en los bares, ni en las calles, ni en las familias. Canal Sur destaca la presencia de algún líder en algún lugar de Andalucía. Así de aburrido estaba el ambiente hasta que salta la noticia sobre el empadronamiento de Macarena Olona candidata de VOX a la Junta de Andalucía. Es desalentador que un episodio tan chusco sea la gran noticia sobre Andalucía, su presente y su futuro. No entraré en la opereta bufa que escenifican algunos partidos políticos. Se entiende que en las regiones periféricas se imite el gran circo del Congreso de los Diputados. A veces inunda la desesperanza y dudas que la mediocridad, la constante vulneración del Estado de Derecho y del sistema político que nos dimos en 1.978, tenga posible solución.

Nada apunta que los políticos que gobiernan y algunos en la oposición tengan la intención de recuperar la normalidad y la calidad de aquellas lejanas etapas memorables de esta debilitada democracia. Al contrario, lo más zafio y vulgar de la política marcan el discurso en el Parlamento, en las CCAA y en los Ayuntamientos. Entre descalificaciones, insultos y acusaciones discurre la vida política sin que haya la más remota posibilidad de acuerdos de Estado que beneficien al común de los ciudadanos. Y así en las Autonomías y con mayor desgarro en periodo electoral. Baste analizar el tema del empadronamiento de Macarena Olona en Salobreña y llegar a su último capítulo en el Congreso de los Diputados. Según parece al Gobierno y sobre todo a sus socios gobernantes y socios parlamentarios les ha entrado un ligero temblor de labios al leer las encuestas de intención de voto en las próximas elecciones en Andalucía. Es sabido incluso por los menos informados que el PP difícilmente lograría una mayoría suficiente para gobernar en solitario en Andalucía. No tendría más apoyos que los que pudiera prestarle VOX. Y la cuestión es que VOX, según las encuestas, apunta hacia un ascenso en votos, los mismos que el PP necesitaría para un gobierno y una legislatura estable. Esta ecuación tan sencilla no necesita de cerebros del nivel de Iván Redondo o Félix Bolaños para resolverla. Y contra esa solución de matemática electoral el PSOE ha llamado a filas a sus altos cargos y medios afines, todos para señalar al PP el cumplimiento de sus" deberes" que no es otro que no pactar con VOX. Es decir, no gobernar.

La maniobra parece resultar efectiva; la izquierda puede pactar y gobernar con la extrema izquierda. Incluso puede apoyarse en los votos de los herederos del terrorismo y los golpistas separatistas, es decir puede hacer lo que crea más conveniente. Sin embargo, para esta misma izquierda y sus terminales mediáticas la derecha, el PP, no puede pactar con el único partido que podría permitirle gobernar. La Ley del Embudo parece estar en vigor en esta España de democracia menguante. Habrá que explicar esta estupidez porque la mente lógica no la puede asimilar. Claro que las mentes que se basan en la lógica y la razón están llamadas a vagar por el desierto. El comentado episodio de Macarena Olona y su empadronamiento en Salobreña que ha tratado de anular María Eugenia Rufino, alcaldesa del PSOE, tenía un objetivo demasiado evidente para alcanzar la categoría de chapuza. La Junta Electoral se ha pronunciado afirmando la legalidad de la candidatura de Macarena Olona a la Junta de Andalucía por lo que la cuestión que trataba de impedir la izquierda andaluza con la alcaldesa como adalid, no tendría ningún efecto legal y práctico. Queda como interrogante la pretensión totalitaria de impedir a una ciudadana española ejercer su derecho a ser elegida en una región de España. Y habrá de inquietar que este solo pensamiento anide en las mentes de quienes por la presente gobiernan España e influyen en millones de ciudadanos. Una ausencia total de coherencia y un desprecio a la salud mental de los españoles empapa muchos actos de gobierno y de sus aliados preferenciales. Baste una sencilla recopilación de hechos comparativos. El Boletín Oficial de la Izquierda (Diario El País, junio 2021) clamaba en nombre de todas las siglas de extrema izquierda contra las palabras de Rocío Monasterio en la Asamblea de Madrid. Replicaba a un diputado de Unidas Podemos nacido en Senegal; Serigne Myabé. La acreditación de este parlamentario se reduce a haber nacido en un país de África, entrar ilegalmente en España, dedicarse a la venta ilegal como "mantero" y ser elegido Diputado en las elecciones a la Comunidad de Madrid. Todo encaja, todo perfecto. Aplausos. Cuando una española de nacimiento y residencia pretende ejercer su derecho a ser Diputada en el Parlamento de Andalucía, los mismos que aplauden la legalidad y legitimidad de este senegalés, le niegan a Olona un derecho elemental; el mismo derecho, no menor ni mayor que a un extranjero. Quienes se puedan indignar por esta palabra recuerden aquella canción de Concha Piquer, Tatuaje; decía así," el vino en un barco, de nombre extranjero…".

¿Cuántos idiotas imaginan los voceros de lo imposible que hay en España? Al parecer millones. Pero no creo que sea así. Las mentes no afectadas por tantos vertidos de carroña se sienten fuertes y no vulnerables a semejantes patrañas. La sencillez de la razón y el pensamiento conducen a un lugar exacto donde no prevalecen las maniobras de toda índole que la política española brinda cada mañana. Lo que ocurra en las elecciones andaluzas lo habrán de decidir los votantes y como siempre ha ocurrido se asumirá con la normalidad que define una sociedad adulta como la andaluza. Durante treinta y ocho años de sucesivos éxitos del PSOE y las izquierdas en Andalucía, jamás hubo protestas por este u otro candidato de izquierdas fuera cual fuera su procedencia. Ni maniobras de baja estofa que trataran de limitar la voluntad de millones de votantes.

Hasta ahora no se percibe un proyecto político para Andalucía. Nada que se refiera a mejorar la calidad de vida y la economía. Como imagen cotidiana del desapego; en un bar de un pueblo andaluz hay varios folletos del PSOE sobre una mesa, una foto del candidato Juan Espadas y el slogan escrito en grandes letras; "Andalucía pide más". Un paisano lo mira con sonrisa pícara; "No está mal eso de pedir más, ¿Qué tal si los políticos de la Junta nos devuelven los 741 millones de euros que según el Fiscal "mangaron" en los ERES? Para empezar, nos vendrían muy bien a los jubilados andaluces".

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