Tribuna

jAVIER sORIANO

Coronel en la Reserva

Bonetes y birretes conquistaron América

Los centros universitarios creados por los españoles en América sirvieron como trasvase cultural entre Europa y el Nuevo Mundo

Bonetes y birretes conquistaron América Bonetes y birretes conquistaron América

Bonetes y birretes conquistaron América

Como en todas las conquistas a lo largo de la historia, la nuestra de América no estuvo exenta de crímenes, violaciones, saqueos y corrupción. Pero al igual que ocurrió con las invasiones de la península ibérica por los romanos o por los musulmanes, nuestra conquista de América llevó a ese territorio una nueva concepción del ser humano, un conjunto de adelantos técnicos y culturales, derechos y libertades, que hoy forman un patrimonio común de nuestra sociedad y las hispanoamericanas.

Una de las diferencias esencias con otras invasiones es que la conquista de América la llevamos a cabo sin Ejércitos. En tanto en ese tiempo, en la península italiana o en Centroeuropa, desplegamos nuestros temidos Tercios, en la conquista americana no se empleó ni uno sólo. Sirva de ejemplo que Pizarro se aventuró a la conquista de Perú con un "Ejército" de unos 180 efectivos, y Hernán Cortés, de unos 600 para conquistar lo que hoy es Méjico.

Aun así, se consiguió el objetivo de dominar un inmenso territorio americano, creando un vínculo entre ambas orillas del Atlántico, que tuvo una extraordinaria trascendencia. En pocos años se produjo una espectacular cadena de acontecimientos que transformó y dinamizó la sociedad de la época. Se tuvo conocimiento de la dimensión planetaria, tomaron contacto culturas desconocidas entre sí y se posibilitaron nuevas rutas que potenciaron el comercio e intercambio de ciencia y la tecnología. La navegación se aventuró hacia todos los rincones del planeta. El conocimiento del mundo comenzó a ser posible y el comercio empezó a diseñar el mercado internacional. El desarrollo económico terminaría por sepultar a la sociedad feudal, transformando las economías cerradas del medioevo para constituir un mercado mundial.

Sin ejércitos, para consolidar nuestro liderazgo sobre las sociedades americanas, la penetración de nuestra cultura fue esencial, siendo fundamental para ello la labor desarrollada por nuestras órdenes religiosas. A partir de 1523 llegaron los franciscanos Pedro de Gante, Juan de Ayora, Juan de Tecto, Martín de Valencia y otros, que realizaron una labor educativa admirable. Pedro de Gante fundó en Texcoco (1523-1524) la primera escuela europea del continente, y en 1525 la de San Francisco, en la ciudad de Méjico, en las que se enseñaron las primeras letras y artes y oficios a los niños indígenas. En esas fechas se fundaron también escuelas y colegios en otros lugares del Nuevo Mundo, no solamente por franciscanos, sino también por agustinos y jesuitas. En 1536 se creó el Colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco, primer centro de estudios superiores fundado en América, preparatorio para la universidad y destinado a los indígenas.

En el siglo XVI fundamos siete universidades, en el XVII otras trece, y ocho más en el XVIII, a lo que hay que añadir dieciséis colegios mayores, además de incontables escuelas, como la de San Pedro de Gante, que llegó a tener mil alumnos. Ningún imperio puede compararse al nuestro en cuanto a número de

universidades fundadas durante su dominio. Portugal no creó ninguna en su época en Brasil, al igual que el Imperio belga en el Congo. Hubo que esperar al siglo XX para que Holanda fundara la primera universidad en una colonia suya. El Imperio británico fundó la universidad de Harvard en América del Norte en 1636, ochenta y cinco años después de la fundación en 1551 de las dos grandes universidades españolas en el Nuevo Mundo: la Real Pontificia de Méjico y la de San Marcos en Lima (Perú). "Hay que sumar la totalidad de las universidades creadas por Bélgica, Inglaterra, Alemania, Francia e Italia en la expansión colonial de los siglos XIX y XX para acercarse a la cifra de las universidades hispanoamericanas durante la época imperial española" (Elvira Roca Barea, colaboradora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas).

Los centros universitarios creados por los españoles en América sirvieron como trasvase cultural entre Europa y el Nuevo Mundo, y es un hecho de por sí lo suficientemente elocuente como para poder hablar de una obra constructiva y positiva de España en América.

A las puertas de un nuevo 12 de octubre, los cantamañanas negativistas de turno volverán a la carga con la leyenda negra de nuestra conquista de América, considerando sólo los aspectos negativos de ello, y "olvidando" intencionadamente lo positivo, como esta reseña del entramado educativo que fundamos en nuestro Imperio.

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