Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Cambio climático e Inteligencia artificial

Dejó de ser un pacífico foro de coincidencias para convertirse en una asamblea pacifista donde primó política sobre ciencia y opinión sobre razón

Cambio climático e Inteligencia artificial Cambio climático e Inteligencia artificial

Cambio climático e Inteligencia artificial

La Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio climático y la formación de Gobierno en España dan mucho de sí para escribir en el mismo papel a pesar de la aparente desconexión entre ellas. Tal vez por aquello de que ambos acontecimientos tratan del futuro. Y ya se sabe, lo desconocido atrae. Sin embargo, más allá de la coincidencia en el tiempo, hay algo más que sirve de denominador común para tratarlos simultáneamente: la obsesión por el cambio; unas veces para contenerlo y otras para producirlo.

Me refiero a la obcecación, por un lado, de frenar la Apocalipsis de las perniciosas alteraciones del clima y, por otro, de alcanzar la estabilidad política con continuas reformas. En ambos casos, parece que lo importante es ser protagonista del cambio, da igual para qué. Unos porque así se consideran dueños de todo progreso y otros, por contra, vacíos de reconocimiento por la labor realizada. Sea como fuere, el tratamiento que se da a los cambios suena a artificio para contentar a la inteligencia, una manera de auto-engaño, más que a una necesidad de tomar medidas que aseguren un mejor futuro para la gente. Esta debe ser una mala interpretación de lo que es la Inteligencia Artificial, a la que llegamos gracias a conservar como punto apoyo lo aprendido en el pasado.

La historia deja enseñanzas irrefutables. El descubrimiento de que algo pasaba con el medio ambiente viene de largo. Estaba en tratados de analistas, geopolíticos y ecólogos: profesionales del pensamiento universal, la prospección razonada y el ejercicio profesional; mucho antes de que irrumpieran en la palestra mediática tertulianos, cronistas y ecologistas que, sometidos a una ideología concreta, politizaran con el pensamiento único, la opinión orientada y el escaso rigor científico para sumar limitaciones sin aportar soluciones.

Ejemplos de cómo afrontar el cambio los hubo. Alvin Toffler le dedicó todo un ensayo "El cambio del poder" y Paul Kennedy por su parte lo encajó en su visión personal en "Hacia el Siglo XXI". Dos aventureros del análisis racional, distintos, que trataron de ser moderados en sus afirmaciones. Pero ya se sabe que la moderación está en el olvido en los tiempos. El pensamiento racional hoy parece estar recluido en una isla, rodeada de lo políticamente correcto por todas partes, donde prima la cháchara de una asamblea sobre la voz del representante erudito. Lo decía uno de ellos, el sistema representativo facilita un cambio pacífico, mientras que la revolución se auto-alimenta con demagogos, algaradas callejeras y violencia que llevan a la nada.

Así las cosas, con tanto atender al cambio y poco al clima, se comprende que la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, con Chile como anfitriona y España como aposentadora, proporcionase pocas novedades. Dejó de ser un pacífico foro de coincidencias para convertirse en una asamblea pacifista donde primó política sobre ciencia, opinión sobre razón, imagen sobre realidad. Hubo, por así decir, mucha declaración de Asamblea General pero poca resolución de Consejo de Seguridad.

Por demás, con la obsesión por el cambio, parece que la Cumbre se contagió de la actividad nacional, esa que mantiene prolongadas y confusas negociaciones para la formación de Gobierno. Prolongación en el tiempo, más de un mes desde las elecciones, para armar una alianza política, que contrasta con las pocas horas que hicieron falta para cambiar de mano tras la moción de censura. Confusión partidista de funciones con impropias consultas y reparto de carteras ministeriales que se alejan de la transparente neutralidad institucional que asegura el procedimiento constitucional y que suena más a ocupación del poder que a asunción de responsabilidades por servidores públicos.

Da la impresión que el cambio es para enredar. Parece que, además de confundir Inteligencia Artificial, esa novedosa manera de afrontar el futuro, con crear artificios para engañar a la inteligencia, se quiere retroceder al pasado remoto. Resulta chocante que se ofrezca como avance crear una nación de naciones y olvidar que España se formó hace cinco siglos con reinos, principados y feudos de aquí y de allá, cuando la Reina Católica concedió la misma nacionalidad española por Carta de Naturaleza, esto es, porque sí, a todos sus habitantes para dejar atrás taifas, caciques y señores feudales.

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