Tribuna

José maría Martínez de Haro

Escritor y periodista

Cambio de régimen

Cambio de régimen Cambio de régimen

Cambio de régimen

L OS resultados de las elecciones autonómicas andaluzas han provocado un terremoto político sin precedentes en una región donde un único partido político ha permanecido en el poder durante 37 años. Las interpretaciones interesadas de la debacle socialista y la caída de voto del PP tienen su vicio de origen y muy poca conexión con la realidad expresada. Sobre la meteórica implantación de VOX se están escuchando algunas sentencias condenatorias tan simples que no alcanzan a explicar la dimensión de este fenómeno, antes social que político. Lo que parece más próximo a la realidad expresada en las urnas es que se trata de una voluntad de cambio de régimen. Y ello puede calificarse así por la identidad maniquea de asimilar las siglas del PSOE con la Junta de Andalucía y sus instituciones por la inercia de tantísimos años o tal vez con clara intención de aferramiento a un poder sin contestación posible. No ha sido así, en esta ocasión hubo contestación en forma de una abstención muy manifiesta de votantes de izquierda y también por el voto identificado en el eje del centro y la derecha hacia sus límites ideológicos.Pero si se pretende llegar al fondo del asunto, habrá que mirar más allá de los números. Puede que el análisis más sosegado y claro sea el de Nicolás Redondo Terreros en el diario El Mundo. Desde el socialismo histórico arraigado singularmente en su apellido, Redondo hace una exposición de las causas más visibles de la derrota socialista. Reparte entre el Gobierno de España y la Junta de Andalucía y claramente señala a Pedro Sánchez y a Susana Díaz con sus respectivas políticas y actitudes como las causas mayores de lo ocurrido en Andalucía. Y habremos de seguir leyendo y escuchando interpretaciones de todo ello durante largo tiempo por tratarse de algo que ya es histórico y cuyas consecuencias últimas están lejos de imaginar. Desde las filas del PP apenas ha habido análisis de fondo sobre su caída en las urnas resaltando el triste consuelo de alinearse en los votos de otras formaciones que podrían dar lugar a la formación de un gobierno con apoyos parlamentarios. En Almería baja de cinco a cuatro parlamentarios, aunque se mantiene como singular excepción que amortigua la debilidad del PP para calar a fondo en Andalucía con fuerza suficiente. Pero hay una diferencia sustancial en esta nueva realidad, en tanto que ha habido un castigo sin paliativos a Sánchez por sus políticas temerarias en Cataluña, Casado cruza el Rubicón del liderazgo por cuanto no hubo el anunciado "sorpasso" de Ciudadanos, que marcaría la frontera entre ambos partidos en disputa de un espacio electoral muy cercano. Las causas de la irrupción de VOX son muy diversas pero no complejas de entender. La trasversalidad en segmentos económicos y sociales de sus votantes ofrece datos muy peculiares. Vox ha logrado casi 400.000 votantes y en las barriadas más marginales con cifras de desempleo y pobreza espeluznantes ha arrasado en votos y entusiasmo. El barrio de "Las tres mil viviendas" de Sevilla es uno más entre tantos otros ejemplos. Es argumento delirante ofender a esos andaluces tildándoles de peligrosos fascistas. Habrá mucho tiempo para digerir lo que ha ocurrido y mucho más para digerir lo que probablemente vaya a ocurrir. Un cambio de régimen es algo inédito desde hace cuarenta años y Andalucía ha de estar preparada para acontecimientos de mucha envergadura que generaciones de andaluces no han conocido. Queda sin embargo la preocupación por estas muestras callejeras contra la voluntad de expresada en las urnas. No se trata de cuestionar el principio elemental de manifestación y protesta, pero la respuesta inmediata de la extrema izquierda y de algunos lenguaraces del PSOE tras sus respectivas derrotas están siendo muy preocupantes. Incitar a tomar la calle es cuando menos irresponsable cuando el sosiego y la reflexión son más necesarios que nunca para posibilitar que Andalucía avance y alcance los niveles de bienestar y riqueza de otras autonomías españolas y europeas. Tras casi cuarenta años no se ha logrado avanzar hacia esa meta según señalan las cifras, datos y estadísticas oficiales. En la ciencia política se estudia como propio de los totalitarismos identificar un enemigo común como causa de todos los males presentes y futuros, así lo hace Nicolás Maduro con EE UU y con España. Triste consuelo para el PSOE apoyar esta estrategia de los manuales básicos del agit prop que también conoce Pablo iglesias. Podría muy bien dirigir a sus incondicionales al barrio de las "tres mil viviendas de Sevilla" y el mismo con la pancarta para protestar por el voto masivo de esos gitanos sumidos en la miseria. Escribo desde Andalucía y se percibe claramente el ambiente del cambio, no habría que alarmarse por ello. Durante estos 37 años Andalucía ha asimilado con normalidad las sucesivas victorias del PSOE y sus alianzas de gobierno. Incluso admitió con absoluta normalidad que tras la victoria electoral del PP en 2012 con 50 diputados este partido no pudiera formar gobierno por la alianza de dos partidos perdedores, PSOE e IU. Estas actitudes de respeto miden la calidad democrática de un país. ¿Qué ha ocurrido ahora que la izquierda ha perdido la mayoría y con ello el poder? Pues que algunos dirigentes no asimilan que otros partidos puedan formar un gobierno según la voluntad de los andaluces. Desolada compareció Susana Díaz tras los resultados con una mueca que era la clara expresión de la derrota. Encogido en sus hombros Pablo iglesias al conocer el batacazo de su filial andaluza. Pero pronto encontraron una explicación simple, clara y demoledora; todo es culpa de VOX, !¡A por ellos ¡!. Cordón sanitario y como medida cautelar y terapéutica, ¡! gente a la calle ¡!, rugidos, pancartas descoloridas de cuando el 36 ¡! No pasarán ¡!, contenedores incendiados, periodistas agredidos, policías heridos, escaparates rotos, vecinos amedrentados. La pura esencia de la democracia bolivariana. Estremeció la firmeza estalinista de Iglesias alentando su yihad totalitaria declarando la "alerta antifascista". Ignoraba yo que 400.000 paisanos míos pasearan a sus anchas con su camisas pardas, correaje y botas relucientes para apalear periodistas, agredir a la policía y liquidar la democracia como lúcidamente han publicado en este periódico Eduardo Jordá y Eduardo Osborne. Imagino que habrá dirigentes sensatos como Iñigo Errejón que llamen a la calma y al respeto que merecen los andaluces. Es algo simple y humanamente triste admitir la derrota con la grandeza de los buenos perdedores. Andalucía merece este respeto. Tiempo de espera hasta conocer las intrigas que pueden llevar a formar un gobierno que responda sin complejos a las demandas de millones de andaluces.

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