Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

Carmen calvo, sin metáforas

Luchadora, tenaz y valiente, honrada e infatigable se puede haber equivocado al explicar el relator. Pero es una mujer honesta y cabal, que cree en el socialismo y en la libertad. En la igualdad y en la gente

Carmen calvo, sin metáforas Carmen calvo, sin metáforas

Carmen calvo, sin metáforas

En la semana horribilis del Gobierno, que culminó ayer, con la declaración de Pedro Sánchez, mediante la cual anunció la convocatoria de las elecciones generales para el veintiocho de abril, la vicepresidenta, Carmen Calvo, fue, muy a su pesar, la estrella invitada. Sin ser Rita Hayworth ni Grace Kelly, la dama de Egabro se convirtió en la actriz del relator, que, como el tiempo aristotélico de las horas confirmó, duró menos que el canto de un gallo, incluidas las onomatopeyas del alba del viernes Siempre nos hemos preguntado, leyendo las novelas del genio egabrense, don Juan Valera y Alcalá- Galiano, si Carmen I de Cabra tiene algún parecido con las heroínas de tan universal pluma. Mas la lectura reflexiva y hermenéutica de los textos demuestra que, al menos, en la simbología del mundo de la ficción, Pepita Jiménez, Doña Luz y Juanita la Larga resumen otra manera de ser, otro modo distinto de actuar y otra forma diferente de estar en la vida.

Ni siquiera con las mujeres de Las ilusiones del doctor Faustino, Pasarse de listo o Morsamor hay coincidencias en el carácter. Luego, entre el siglo XIX de don Juan y el siglo XXI de la señora Calvo Poyato, las diferencias son irreconocibles. Pero no por el tiempo, sino por la apariencia, que, a veces, engaña y desconcierta. Si en el mundo narrativo de Valera, la vicepresidenta del Gobierno de don Pedro Sánchez no se manifiesta ni en el gesto, ni en la expresión, ni en el sentimiento, ¿en qué literatura, de ayer o de hoy, española o universal, podemos encontrar la analogía con esta mujer, entre dos siglos, que es lectora apasionada de poesía, de las novelas de su hermano, José Calvo Poyato, y amante del rock, del heavy metal y del blues? Quien en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, como ministra de Cultura, se ponía la chupa en su mismo despacho para asistir a la actuación de un grupo de rock and roll y afirmaba, plenamente convencida, que un concierto de rock español en el extranjero hace más por el castellano que el Instituto Cervantes, en alguna novela, de un siglo u otro, tiene que aparecer entre el paralelismo, la proximidad, la relación o la similitud.

Carmen Calvo I de Cabra es una mujer del siglo XX, mas también de Facebook y Twitter, de Instagran y Whatsapp, del móvil y de las redes sociales, del vestido clásico y de la chaqueta, de Flaubert y Stendhal, de Jonathan Franzen y Francis Scott Fitzgerald, de Camba y Umbral. Y hasta del mismo Don Juan, en la odisea de los instantes que se hacen hegelianos en las sílabas con métrica de la historia. Leyendo la prosa exacta de Gustave Flaubert y la arquitectónica de Stendhal, ¿podemos encontrar la cercanía con la figura de la señora Calvo Poyato? La convicción encuentra más argumentos a favor que en contra. Aun cuando hayamos de tener en cuenta aquellas palabras de Cervantes manifestadas en la universalidad pictórica del enunciado textual: "Las comparaciones, que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje, son siempre odiosas y mal recibidas". O sea, que las lecturas flaubertianas de Madame Bovary, de Salambó y las stendhalianas de Rojo y negro y de La cartuja de Parma pueden ser un motivo para encontrar ciertas semejanzas entre los personajes femeninos, pero nunca una pintura rubensiana o velazqueña de la equivalencia, con Tiziano en el recuerdo veneciano de las páginas que, pareciendo literatura, son lienzo y luz, perspectiva y geometría. Por tanto, habrá que manifestar que la dama de Cabra, si dice que la lengua española está llena de anglicanismos o hace ver que Pixie y Dixie se pueden confundir con el pretérito dixit, puede ser un personaje de novela flaubertiana o stendhaliana solo en la fugacidad de la sintaxis que existe en la ficción de la realidad que el claroscuro difumina y extiende como en aquellos ángulos de las meninas de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez.

Suenan el heavy y el rock. La música de Lujuria y Mago de Oz no es el arte de Rubens. Goya o el Greco. Mas es poesía en la armonía del silencio que se oye como una lágrima rota. Antes, el futuro que el pasado. Los latidos del corazón se perciben también como versos que sobreviven en las rimas del presente. Jay Gatsby no es Scott Fitzgerald. Carmen Calvo, revival de un nuevo rock, inspiradora del look working y con las ojeras de Jane Fonda, se puede haber equivocado al explicar el relator. Pero es una mujer honesta y valiente, que cree en el socialismo y en la libertad. En la igualdad y en la gente.

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