Tribuna

Luis Rogelio Rodríguez

Portavoz de Defensa del PP en el Senado

Cumbre de la OTAN, un antes y un después

Ha terminado el paradigma de la seguridad global. Vamos a afrontar el futuro de forma distinta, las amenazas de antaño conviven con las del hoy, por lo que será una tarea compleja y difícil

Hhace ya cuarenta años que España pertenece a la OTAN. Se pasó, por parte del PSOE del eslogan «OTAN no, bases fuera» al referéndum de 1986. Al final, Felipe González reconoció, años después, el grave error cometido con el referéndum. Pero eso es historia, como historia es la cumbre, también celebrada en Madrid en 1997. Hoy estamos ante una Alianza Atlántica distinta. La OTAN es una alianza de treinta países con carácter defensivo, que une Europa con América del Norte y España se encuentra en el corazón de estos dos mundos. La OTAN existe desde 1949, para proteger a nuestros pueblos y nuestros valores de libertad, democracia y Estado de derecho. Estos son, sin duda, los valores que definen a la España de este siglo XXI.

Nuestra pertenencia a la Alianza ha permitido la modernización del nuestras Fuerzas Armadas, aunque no tanto como quisiéramos, nuestra participación en múltiples misiones de paz, de ONU, OTAN y Unión Europea, empezando por Bosnia-Herzegovina y Kosovo con la Legión, hasta en el Sahel, Mali, en la base de Kulikoro. Todas ellas contribuyeron y contribuyen a la paz en el mundo, a costa también de la vida de nuestros hombres y mujeres.

La situación hoy de Europa, después de la invasión de Ucrania, ha puesto encima de la mesa la absoluta necesidad de mejora de todos los instrumentos de defensa de los países europeos. En la cumbre de Madrid se va a sustituir el concepto estratégico de Lisboa 2010 por un nuevo concepto que deberá ser perdurable en el tiempo.

Los compromisos que se adquieran durante la cumbre serán de especial trascendencia, se va a aprobar el paquete NATO 2030, con el que se va a perfilar qué tipo de Alianza queremos para las próximas décadas.

Se hablará de mayor y mejor coordinación entre los aliados, el reforzamiento de la disuasión y la defensa, el refuerzo de la ciberseguridad, el cambio climático y sus efectos y la aprobación del nuevo concepto estratégico.

La posible y deseable incorporación de dos países neutrales hasta ahora, como Suecia y Finlandia, marcan el camino por el que se mueven las naciones ante las amenazas de Putin.

Todo esto sin que España pueda olvidar el flanco sur. El Sahel sigue siendo un terrible foco de inestabilidad y terrorismo que, indudablemente, amenaza la frontera sur de Europa. Nosotros, que somos solidarios con el peligro del Este, debemos convencer a nuestros socios de que la frontera del sur también está en riesgo.

El pasado 24 de febrero, con la invasión de Putin a Ucrania, caducó definitivamente el sistema estratégico vigente y base y se dio por finalizada la posguerra fría que se había iniciado con la caída del muro de Berlín. Lo que no consiguió el 11 S, ni la invasión rusa de Georgia, ni siquiera la anexión de Crimea, lo ha conseguido la invasión de Ucrania. Ha terminado el paradigma de la seguridad global. Vamos a afrontar el futuro de forma distinta, las amenazas de antaño conviven con las del hoy, por lo que será una tarea compleja y difícil.

Y en este escenario vamos a acoger la cumbre en Madrid los días 29 y 30 de junio, con una parte del Gobierno manifestándose contra la otra parte y en contra de la Cumbre, algo sencillamente increíble para nuestros socios.

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