Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Univesidad de Almería

Dani Benítez

La liga y la Premier no apartaban la vista de quien convertía el deporte rey en verso y pasión; en sentimiento y belleza; en relato vanguardista y en perfecta sintaxis

Dani Benítez Dani Benítez

Dani Benítez

Llega este sábado, diecisiete de diciembre, con el bullicio que surge en los días que anuncian unas fechas tan entrañables como las de Navidad. La lírica sigue llenando las páginas universales de la existencia y hoy nos trae la memoria de los instantes un poema de Charles Bukowski: «Desde mi cama / observo / tres pájaros / en un cable de teléfono /. Uno se va / volando / luego otro /. Queda uno, / luego / también él / se va /. Mi máquina de escribir está / silenciosa como un sepulcro /. Y yo me he quedado / reducido a observar / pájaros /. Simplemente he pensado / que te lo debía / contar /».

Como la vida misma, el balompié es triunfo y derrota, talento y desmarque, goles y fracasos, tiros a puerta y paradas, despejes y toques, internadas y regates. «Nací para el fútbol como Beethoven para la música», dijo Pelé en el momento en el que la inspiración convierte a este deporte en sublimidad y arte, mientras el esférico es gol en la entonación de una métrica inefable en su propia rima. Ha vuelto a los campos de juego, después de dos años en blanco, Dani Benítez. El ex jugador del Granada, milita, actualmente, en las filas del Racing de Ferrol, en el grupo primero de la segunda B. Una noche alocada, en la que consumió cocaína, cercenó la esperanza rojiblanca de un estilista, que acariciaba el balón como si fuera un poeta en lugar de un extremo zurdo. Pegado a la banda, volvía locos a los defensas, a los que dejaba sentados en el césped, y mirando al infinito, con sus «dribling» y un sentido de la velocidad, que recordaba a Gareth Bale cuando define el fútbol como quiere la literatura. Mas todo el proyecto se vino abajo de manera estrepitosa al sucumbir a las debilidades humanas y a los peligros que acechan a los ídolos cuando las metáforas del destino se hacen prosa traidora, que apuñala las ilusiones recién nacidas.

Su nombre estaba en la agenda de la secretaría técnica de grandes equipos nacionales e internacionales. La liga y la Premier no apartaban la vista de quien convertía el deporte rey en verso y pasión; en sentimiento y belleza; en relato vanguardista y en perfecta sintaxis. Pero la ginebra y la coca pueden tronchar en unos minutos la rama, que, vertical y hermosa, embellece el árbol. Seguro que el fino futbolista mallorquín ha pensado más de una vez (es un gran lector) en el significado del siguiente enunciado de Jean-Jacques Rousseau: «La debilidad del cuerpo fomenta generalmente la debilidad del alma, y la debilidad del alma aumenta siempre la debilidad del cuerpo». A los rectángulos de juego ha vuelto con la esperanza del que se redime a sí mismo. Con la meditación budista que permite saber quién es quién en las horas punta de la soledad que amanece y anochece, sin mirar al reloj de pared que hay en una oscura habitación.

Benítez, en una entrevista que publicaba el diario digital El Español, señalaba: «Ya lo he dicho. Aquello fue un momento puntual. Fue una noche. Yo no he sido un tipo que haya consumido drogas. Tenía que pasar y pasó. Pero ya está. Yo pasé muchos controles anualmente antes de aquello y jamás di positivo. Pero ese día tomé y salió así». El tiempo ha transcurrido como en la novela de Marcel Proust y el excelente delantero izquierdo no va a perder el nuevo tren que ha pasado por su puerta. La vida le ha dado una segunda oportunidad que va a aprovechar creyendo en él mismo. Para hacer posible las palabras de Albert Camus: «Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol». Tocando el balón como Johan Cruyff. Desmarcándose como Diego Armando Maradona. Corriendo la banda como Paco Gento. Regateando como Alfredo Di Stéfano. Centrando como Luis Suárez en aquel Inter de Milán, que hizo historia. Y sabiendo que el alcohol y una raya de coca, como los falsos amigos, dan la puñalada por la espalda cuando menos lo esperas. Con la frase de Khalil Gibran: «Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes», enmarcada por el primer sol de la mañana. Sin olvidar que George Best, también conocido como el «quinto Beatle», aquel que convirtió el fútbol en «rock», inició la caída desde el cielo al infierno siendo el mejor. Como Julio Alberto, Christian Veri, Paul Gascoigne, Van der Meyde. «Georgie… Simply the Best» murió en un hospital de Londres, con su segundo hígado consumido por la bebida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios