Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Univesidad de Almería

Dean Baquet, director de New York Times

Un periodismo, al fin, que piensa ya en 2020 con ideas ambiciosas y las versiones más innovadoras. Una nueva manera de narrar las historias

Dean Baquet, director de New York Times Dean Baquet, director de New York Times

Dean Baquet, director de New York Times

Se acercan las seis de la mañana de este sábado, 25 de febrero. Suena en la radio una canción de aquel mítico grupo de «rock», Dire Straits, que fue creado en 1977 por Marck Knopfler, David Knopfler, John Illsley y Pick Whithers: «Sultans of swing». Urdangarín y Rato, Noos y las tarjetas «black» se despeñan al filo de una metáfora incierta; insuficiente la prosa y sin «wifi» los adverbios y adjetivos. ¿Quién dijo que los periódicos habían muerto? La figura de Dean Baquet, el director del New York Times, lo desmiente. Fue el 14 de mayo de 2014, cuando el gran periodista llegó a ocupar el cargo. Sustituyó a quien había sido la primera mujer directora de tan prestigiosa y universal cabecera: Jill Abramson. Hasta ese preciso momento, Baquet había desempeñado la labor de redactor jefe. Su objetivo, en este presente, que conjuga con ilusión infinita, lo tiene bien claro: convertir el New York Times en el referente mundial del nuevo periodismo a través de esa aventura, inagotable y pura, que desde Larra no tiene fin; ni lo va a tener, por mucho que se empeñen catastrofistas y agoreros en lanzar sus dardos envenenados sobre la profesión más hermosa del mundo. Lo que siempre fue es imposible que deje de serlo. «No hay mejor manera de medir el grado de libertad de un país que consultando su prensa», dijo Mario Vargas Llosa en esos instantes en que las palabras, dondequiera que estén, van mucho más lejos que su métrica y su entonación. Hasta encontrar su rima en la portada y en las páginas interiores que empezamos a recordar antes de llegar a la contraportada, buscando en el recuerdo aquel artículo que tenía la prosodia de Azorín. Dean Baquet ya había escrito capítulos áureos antes de llegar al diario neoyorquino. En marzo de 1988, obtuvo el premio Pulitzer por una rigurosa investigación sobre la corrupción en el ayuntamiento de Chicago. Su vocación, su pasión, su dedicación, su esfuerzo y su entrega fueron reconocidos de forma merecida, lo cual le permitió afrontar retos y pensar en nuevos proyectos. Si Jill Abramson fue la primera mujer directora del medio, fundado el 18 de septiembre de 1851 por Henry Jarvis y George Jones, Baquet fue el primer periodista de raza negra que llega a tan relevante puesto. Su lucha y su amor inquebrantable a la profesión le han permitido alcanzar tan importante reconocimiento en el medio que ha ganado el Pulitzer 108 veces. La pregunta, que estaba esperando, sin inquietarse ante el paso del tiempo machadiano, es tan evidente como una disquisición kantiana en la luz primera del amanecer: ¿Cuáles son los principales objetivos del laureado director en este 2017, que tanto promete en la renovación de los periódicos? Lo primero que ha afirmado es que no tiene sentido que la edición impresa se siga haciendo de la misma manera que antes del advenimiento de las redes sociales, las nuevas tecnologías y el móvil. Por ello, mima y cuida con especial dilección las suscripciones digitales haciendo un periodismo creativo y vanguardista. Asimismo, ha creado un «newsletter», o boletín de noticias, para estudiantes y profesores universitarios, cuyo propósito es conseguir que el periódico forme parte de su vida cotidiana. Ello explica también la alianza con la plataforma de música en «streaming Spotify». A ello se une la aplicación de una sugerente política de descuentos.

Multimedia, móvil y vídeo conforman la tríada, con la que afrontar los retos de los nuevos tiempos, donde la publicidad se está desplazando a la edición digital, porque, así dicho literalmente, «el teléfono es un medio completamente distinto al diario impreso»; una realidad tan obvia como los segundos de los instantes que se eternizan en los poemas de Ismaíl Kadaré. «El reto es cómo seguir siendo rápidos y dar a la gente una historia en una forma que sea certera. Pero es difícil. Si lo logramos, los lectores no notarán la mayoría de estos cambios de edición», argumenta el infatigable director en la reflexión que se hace rima en el mapa de los medios del siglo XXI. Dean Baquet gana crédito, mientras otros lo pierden. «Una redacción que se acerque al mundo con ambición y capacidad de sorpresa cada día» es la sintaxis de un objetivo labrado en la literatura real de los días. Un periodismo, al fin, que piensa ya en 2020 con ideas ambiciosas y las versiones más innovadoras. Una nueva manera de narrar las historias. Vídeos, gráficos, interactivos. Originalidad e innovación. Equipos de trabajo. Avances y reinvención. Respetando la herencia del papel. Para lograr que el número de suscriptores aumente, día a día, y las letras de oro del periodismo sigan caligrafiando el nombre del New York Times en sus páginas preferidas.

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