Tribuna

Juan José García

Experto en Inteligencia Económica y Competitiva

EEUU-China, la guerra fría del siglo xxi

EE.UU. lleva mucho tiempo liderando las presiones occidentales al régimen iraní para frenar el desarrollo de su programa nuclear

EEUU-China, la guerra fría del siglo xxi EEUU-China, la guerra fría del siglo xxi

EEUU-China, la guerra fría del siglo xxi

Lo que conocimos como guerra fría tuvo lugar durante la segunda mitad del pasado siglo, fue un enfrentamiento político, económico, social y militar, que se inició después de la segunda guerra mundial entre el bloque occidental encabezado por EE.UU. y el bloque del este liderado por la Unión Soviética y se prolongó hasta la disolución de esta última a comienzos de la década de los noventa. Se denominó fría porque nunca hubo un enfrentamiento directo en toda su extensión entre ambos contendientes, aunque sí hubo muchos con formas diferentes de participación, como las guerras de Corea y Vietnam, el conflicto árabe-israelí o las guerras civiles en El Salvador, Nicaragua y Guatemala, entre otros muchos.

A los que recordamos esa época nos resulta fácil entender el término y nos vienen recuerdos de conflictos en los que claramente se veía la mano de los dos bloques detrás. A España también llegaron esas disputas y se pusieron más de manifiesto durante la transición, cuando ambos querían sacar partido de una situación de debilidad institucional que, afortunadamente, fue resuelta con gran habilidad por los dirigentes de entonces.

Pero hoy no quiero hablar del pasado sino del presente e incluso del futuro. Estamos ante lo que podríamos denominar un equivalente a la guerra fría, pero en el siglo XXI, esta vez con EE.UU. y China como contendientes. Creo que a estas alturas nadie duda que esto es así, solo hay que ver las noticias internacionales: acuerdo entre China e Irán, crisis en Honk Kong, disputas por las islas del mar de China Meridional, prohibición del Reino Unido para utilizar tecnología 5G de Huawei; la lista sería muy larga y abarcaría todos los continentes, como ya ocurrió en el pasado: guerra fría en toda su extensión.

Un ejemplo muy gráfico en mi opinión es el borrador de acuerdo hecho público recientemente entre Irán y China. EE.UU. lleva mucho tiempo liderando las presiones occidentales al régimen iraní para frenar el desarrollo de su programa nuclear, alegando que tiene fines militares, y ello ha desembocado en un régimen de sanciones y de aislamiento para conseguir su objetivo.

En los momentos de mayor presión y dificultades para Irán, China le ofrece firmar un acuerdo económico y de seguridad que abarca

proyectos en el sector de la energía, económico, telecomunicaciones, puertos y ferrocarriles, suministro de petróleo y gas iraní a China y también colaboración en el ámbito militar, desarrollo conjunto de armamento, intercambio de inteligencia, etc. Irán evitaría los efectos de su aislamiento y China incrementaría su presencia en una zona de gran importancia estratégica. Sin duda, es un nuevo frente en las disputas que mantienen los dos países desde hace tiempo que genera incertidumbre sobre sus consecuencias. La guerra por el 5G es otro claro ejemplo de esta guerra fría. Las presiones de ambos contendientes son constantes a todos los países que están empezando a implementar esa tecnología y se recrudecerán en los próximos meses a medida que deban tomar decisiones sobre los proveedores que utilizarán. El Reino Unido acaba de prohibir el uso de componentes de Huawei a las empresas de telefonía presentes en el país y además se deben eliminar todos los ya instalados en las redes antes de 2027. Curiosamente, después del Brexit, esa decisión facilita la entrada de empresas europeas como Ericsson y Nokia, pero la presión de EE.UU. es demasiado fuerte y los riesgos de seguridad que supone utilizar a Huawei también.

En esta guerra fría, tomar algunas decisiones o posicionarse a favor de uno de los contendientes en asuntos de política internacional tiene su precio en forma de las represalias que pueda adoptar el otro contendiente. En el caso de España, sin duda la Unión Europea debe servir de guía para las decisiones que se adopten y de paraguas para las consecuencias que puedan tener en cada caso. Esto en general, pero al nivel de las empresas que tienen que manejarse en mercados donde haya repercusiones de esta disputa, deben ser muy cuidadosas con las decisiones que toman y mirar siempre el contexto general para evitar sufrir las consecuencias.

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