Tribuna

Juan J. García

Coronel (R) del Ejército de Tierra

EE.UU.-China. Una rivalidad peligrosa

Se siguen produciendo visitas de miembros de la Cámara de Representantes norteamericana a Taiwán con posterioridad a la de Pelosi y China sigue con sus ejercicios militares

EE.UU.-China. Una rivalidad peligrosa EE.UU.-China. Una rivalidad peligrosa

EE.UU.-China. Una rivalidad peligrosa

Durante las últimas semanas se ha hablado mucho sobre el conflicto China-Taiwán, primero por la posibilidad de que China aprovechara la guerra Rusia-Ucrania para intentar anexionarse la isla y después como consecuencia de la visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU.

Las disputas entre EE.UU. y China por la influencia de ambos en distintas partes del mundo han ido creciendo en magnitud e intensidad con el paso del tiempo. Cualquier situación que afecte o sea de interés para los dos países supone un nuevo enfrentamiento en el que ambos intentan mejorar su posición con respecto al otro.

Desde que Xi Jinping tomó el poder en 2012, la política exterior china ha sido mucho más agresiva en defensa de sus intereses, con mayor presencia en otros continentes y en los asuntos internacionales y también con un crecimiento importante de su poderío militar, que en el pasado era muy inferior al de EE.UU. pero ahora la diferencia es mucho menor, a lo que hay que unir la capacidad nuclear de ambos países.

Las maniobras militares realizadas por China como consecuencia de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán podemos pensar que son simplemente el último capítulo de una larga lista de presiones militares sobre la isla, pero su intensidad, unida a las declaraciones de altos dirigentes chinos, nos hace pensar que esta vez se ha escalado un peldaño más en los enfrentamientos entre ambos.

En el pasado la posibilidad de una guerra entre Estados Unidos y China por Taiwán se veía como una posibilidad remota, pero en la actualidad un gran número de expertos piensa que un conflicto no solo es posible, sino que es probable y que en la situación actual una confrontación militar en la próxima década se ve más factible que nunca.

Podemos pensar que el caso de Taiwán o cualquier otro que pueda generar un enfrentamiento militar entre las dos superpotencias es algo inimaginable, pero cuando muchos de los conflictos tienen lugar se alcanzan unos equilibrios entre los intereses de las grandes potencias que algunas veces son muy frágiles. Un paso en falso o una decisión tomada por dirigentes guiados por su nacionalismo, autoritarismo o resentimiento hacia el rival puede desembocar en un enfrentamiento de consecuencias impredecibles.

Cuando Rusia invadió Ucrania amenazó con utilizar todo su poderío militar, incluido el nuclear, si fuera necesario. EE.UU. y la OTAN dejaron claro desde el principio que no se iban a involucrar directamente en una acción militar, aunque si ayudarían a Ucrania con envíos de armamento. Hasta hoy, esa solución se ha considerado aceptable para ambas partes.

El caso de Taiwán ofrece algunas diferencias importantes. El presidente Biden ha dicho repetidamente en las últimas semanas que EE.UU. lucharía para defender Taiwán si China la invade, lo que le aleja de la política tradicional americana de ambigüedad estratégica sobre este tema y marca una diferencia clara con el caso de Ucrania.

La disputa entre los dos países sobre Taiwán comenzó en la década de los 50 del pasado siglo y cuando una disputa internacional como esta tiene lugar durante décadas se tiende a pensar que es una disputa crónica y que nunca llegará a ser terminal, pero la historia nos enseña que no siempre es así. El ascenso vertiginoso de China en la esfera internacional y su disputa permanente con EE.UU. induce a muchos analistas a pensar que el nivel de los enfrentamientos será creciente con el paso del tiempo.

Se siguen produciendo visitas de miembros de la Cámara de Representantes norteamericana a Taiwán con posterioridad a la de Pelosi y China sigue con sus ejercicios militares, aunque todo ello tenga una menor presencia en los medios de comunicación.

En el pasado, los predecesores de Xi hacían referencia a una eventual reunificación con Taiwán, pero los dirigentes actuales chinos consideran este hecho como una misión histórica que no debe pasar de generación en generación.

No cabe duda de que la lucha por la primacía mundial es constante y tanto en China como en los Estados Unidos son muchos los que piensan que la cuestión de Taiwán es un punto crítico que puede definir el balance de poder en el siglo XXI. Habrá que ver hasta dónde están dispuestos a llevar su enfrentamiento.

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