¿ELECCIONES? ¿ELECCIONES?

¿ELECCIONES?

SE descubrió el mantel y debajo había ratones. O algo parecido. Descubrimos también que aquí habrá nueva convocatoria electoral. O sea, que todo lo que se imaginaban era cierto, no valió la pena salir a votar el 28 de abril porque los votos ciudadanos no se corresponden con la responsabilidad de quienes resultaron elegidos, esos asalariados de la voluntad popular se han permitido una larga siesta veraniega de cinco meses. Todo sea por la salud de la democracia española algo anoréxica en esta coyuntura. Hay que resaltar la singular actitud del candidato, Doctor Sánchez, doctor en tantas "artes" que comienza a asustar. Su obligación única no era otra que haber conseguido apoyos parlamentarios para formar un gobierno con cierta estabilidad. Esa dinámica de consultas, de conversaciones y susurros se basa en el mundo conocido por pactar; es decir recibir apoyos a cambio de alguna propuesta razonable, ceder en algunas posiciones y gobernar. Pero el Doctor de manera soberbia ha repetido a todos que esperaba ser investido a cambio de nada y eso resulta impensable, menos en España y en estas circunstancias. No habrá que abundar en el relato de estas larguísimas jornadas de incertidumbres; sus socios preferentes actuaron coherentemente como verdaderos marxistas; "solo apoyaremos un gobierno de coalición gestionando áreas de poder concreto y con presupuesto". Estas condiciones fueron rechazadas de inmediato con instinto lobuno por Pedro Sánchez. El centro y la derecha marcaron posiciones desde el comienzo, no investirían a Pedro Sánchez. Después vinieron las conversaciones y las condiciones de Pablo Casado que pretendió marcar un sentido de Estado ante la nebulosa política, igualmente fueron desatendidas por el Doctor. Y siguieron semanas y meses simulando algo muy estudiado, muy escénico y muy falso. Hasta el minuto último que Albert Rivera coloca el balón en el alero de Sánchez con otras propuestas igualmente razonables, si bien tardías y forzadas por las encuestas pero de indudable valor estratégico, El Doctor en Funciones le contesta por carta con muy imaginable desdén.

Y los españoles seguimos con el gesto cansado de la espera. Las elecciones que serían el 10 de noviembre suponen un coste añadido al despilfarro de cuatro convocatorias sin beneficio alguno para los ciudadanos. Poner otra vez en marcha la maquinaria electoral para volver a las urnas implica un gasto importante para el erario público. El Gobierno ha gastado 539 millones de euros solo en las últimas elecciones generales. Pulsar ahora el botón para poner en marcha la maquinaria electoral suponen otros 160 millones de euros: Además de ello hay que añadir los costes de remuneración a los partidos políticos en función de los votos que cada uno obtenga. En el Congreso de los Diputados y en el Senado el Estado paga 21.167,64 euros por cada diputado o senador, lo que resulta que los partidos con representación reciben 21,3 millo es de euros. Mas todos los salarios de Diputados, Senadores y del Gobierno que llevan cuatro años en total improductividad.

Y dirán algunos, esto es el coste de la democracia. Pues no ocurre así en la mayoría de los países porque la irresponsabilidad al parecer aquí no tiene coste alguno. Y es difícilmente defendible que los llamados" Padres de la Patria " estén tan ajenos a la hartazón que muestran los que habitan y sostienen la Patria. La desconfianza que muestran todas las encuestas hacia los actores políticos no tiene parangón en Europa. El desprestigio va en proporción a ese desdén de unos a otros que les impide llegar a un entendimiento en beneficio de los ciudadanos. España es el único país del mundo donde los ciudadanos han sido llamados a votar cuatro veces en cuatro años.¿ Produce esto algún tipo de rubor a Pedro Sánchez? , ¿ le ha llevado este espectáculo degradante a algún tipo de autocrítica? No, nada de nada, la perfección tiene eso, que no hay que reprocharse nunca nada, lo sencillo, lo tramposo, lo increíble es culpabilizar de todo a todos los demás. Según califica el inigualable Doctor, Pablo Casado carece de sentido de Estado, Albert Rivera es volátil y Pablo Iglesias es dogmático, no puede pactar nada con ninguno de ellos. Carecen de categoría política y por supuesto son responsables directos que haya nuevas elecciones. Así se despachó en un grosero mitin de campaña desde el Palacio de la Moncloa que tiene por tribuna del PSOE y de su propio egocentrismo y en prepotente alarde de falta de escrúpulos democráticos porque no hay precedente alguno en estos cuarenta y dos años de democracia de utilizar los medios públicos en su propio y exclusivo beneficio como así se lo han reprochado todos los dirigentes políticos excepto sus únicos socios estables; el falangista de Cantabria y el terrorista del País Vasco. Además de la plataforma gubernamental de la Moncloa, a su total servicio, el dócil Tezanos al frente del CIS y la carátula servil, la tal Mateos, musa ajada de entonces, que Administra (de manera provisional) el ente púbico RTVE ahora al servicio de Sánchez. Nunca, en estos años de experiencia democrática se ha conocido trilero semejante, ni compinches de tan bajo nivel ético.

Así que los que tengan la mañana aburrida y los que meten cuchara en los cargos y prebendas acudirán a las urnas para blanquear esta tramoya indecente que se cubre con el fino manto de la democracia. Cabe preguntarse, ¿para qué?. Los indicios según los avances de la demoscopia es que se podría repetir un escenario muy semejante porque las mayorías del bipartidismo quedan lejos de cumplirse y por ello habrá que volver a negociar para intentar formar gobierno. Otra vuelta a la misma tuerca. Es decir, el piloto Sánchez en posición de salida ante los mismos interlocutores para comenzar conversaciones en aras de un Gobierno. Y por medio años de estancamiento, paralización de las administraciones singularmente las Autonomías, falta de capacidad por no tener aprobados unos presupuestos, la recesión económica mordiendo ya las expectativas empresariales, la creación de empleo, las inversiones paralizadas, la crisis de Irán y Arabia Saudí afectando al alza el precio del petróleo y la sentencia del Tribunal Supremo a las puertas. El escenario perfecto para la tormenta perfecta.

¿Hay alguien que pueda creer que estas gravísimas circunstancias van a resolverse el 10 de noviembre?. Siempre habrá alguien iluminado por los Arcángeles, pero los terrenales hemos de observar con inquietud este espectáculo de mediocres crecidos en su nimiedad.

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