Tribuna

Juan José García

Experto en Inteligencia Económica y Competitiva

Efectos secundarios de la pandemia

Los gobiernos deben anticiparse y llevar a cabo políticas que minimicen los efectos en los sectores de la sociedad más vulnerables

Efectos secundarios de la pandemia Efectos secundarios de la pandemia

Efectos secundarios de la pandemia

En estos momentos los efectos de la pandemia relacionados con la salud son los prioritarios, pero no hay que pasar por alto los posibles efectos secundarios que llegarán antes o después. Las consecuencias de una crisis de esta magnitud serán muchas y afectarán de muchas maneras a la sociedad y a cada uno de los grupos que la forman.

Sobre esos efectos secundarios he leído estos días dos informes de instituciones prestigiosas como el Foro Económico Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que me han llamado la atención por su coincidencia en algunos puntos que me parecen relevantes y muy actuales.

Del primero tenemos noticias por sus reuniones en invierno en la ciudad suiza de Davos y porque a él acuden los presidentes de gobierno de las principales naciones y otras muchas personas influyentes del mundo actual. En sus reuniones ponen de manifiesto los problemas actuales o futuros y de allí salen posibles vías de solución.

Este Foro ha publicado recientemente un documento que hace referencia a los riesgos globales del mundo actual. En él se menciona que las consecuencias inmediatas de la pandemia serán severas y amenazan con echar por tierra años de progreso y de reducción de la pobreza y la desigualdad y pueden debilitar la cohesión social y la cooperación global.

Señala que las consecuencias en forma de tensiones sociales y fragmentación política influirán en la eficacia de la respuesta a otras amenazas de esta década como el terrorismo internacional, los ciberataques, la proliferación de armas de destrucción de masas y, fundamentalmente, el cambio climático.

Otro elemento de preocupación que contempla es que la pérdida de puestos de trabajo y el aumento de la brecha social pueden tener graves consecuencias y ocasionar la pérdida de oportunidades para una gran parte de la población del mundo. También se hace referencia a la desilusión de los jóvenes y la erosión de la cohesión social.

En un informe reciente del Fondo Monetario Internacional titulado "La larga sombra de la COVID-19: repercusiones sociales de las pandemias" se hace referencia a esa misma línea argumental después de analizar situaciones similares del pasado y destaca que los países con crisis graves y frecuentes también experimentan mayores tensiones internas. Añade que, si se mira más allá del período inmediatamente posterior a la crisis, el riesgo de tensión social se dispara y con el transcurso del tiempo aumenta el riesgo de disturbios y protestas antigubernamentales.

El informe del FMI concluye que, si la historia sirve de pronóstico, es posible que la tensión social aumente una vez que la pandemia actual se disipe y esa amenaza puede ser mayor en los casos en que la crisis ponga de manifiesto problemas latentes graves, como la falta de confianza en las instituciones o altos índices de pobreza o desigualdad.

Es cierto que la crisis económica primero y la del coronavirus después, de forma casi consecutiva, pueden convertir a las generaciones más jóvenes en uno de los grupos sociales más perjudicados y la desilusión de la juventud puede llegar a ser una amenaza crítica para algunos países a corto plazo. Sin oportunidades pierden la fe en las instituciones políticas y económicas.

Las generaciones jóvenes están llegando al mercado laboral en un periodo donde la tasa de desempleo es muy elevada y es la segunda crisis que les afecta en una década, después de la crisis económica de 2008 de la que aún nos estábamos recuperando cuando apareció la pandemia actual.

Cada país tiene sus problemas y la sociedad y sus gobernantes no pueden vivir de espaldas a ellos, porque sus consecuencias terminan llegando y sus efectos a medio y largo plazo suelen ser muy importantes. Los gobiernos deben anticiparse y llevar a cabo políticas que minimicen los efectos en los sectores de la sociedad más vulnerables y, sin duda, la juventud es uno de ellos y lo estamos viendo en estos días, cuando cualquier motivo provoca una reacción totalmente desproporcionada y donde lo importante no es la razón que lo ocasiona, sino el cauce que proporciona para canalizar muchos de los problemas latentes en la sociedad.

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