Tribuna

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

Escritor y periodista

España decadente

Hay una larga tradición sobre la actitud mayoritaria de los españoles de pasar el tiempo quejándose y criticando en la peluquería o la barra de un bar sobre el mal funcionamiento de los servicios públicos. Y la escasa talla moral de los gobernantes en general. Resultan llamativas las protestas sociales porque España aún no ha logrado ofrecer una vacuna contra el coronavirus. Los esfuerzos de los investigadores mundiales para frenar el avance de esta pandemia han dado ya resultados en varios países que han patentado sus vacunas y las están vendiendo a la UE , entre ellos España.

Las titulaciones de profesionales españoles de las diversas ramas de la ciencia son de alto reconocimiento por la calidad de la formación, la capacidad y el esfuerzo. Podemos entonces preguntarnos ¿Por qué emigran los licenciados y doctores españoles a otros países?. Hemos podido ver con cierto desaliento como los responsables de las más grandes compañías farmacéuticas del mundo son españoles. Médicos, físicos, químicos, biólogos, cirujanos, investigadores, enfermeros han de buscar trabajo en relación a la calidad de sus prestaciones. En declaraciones recientes un director médico dedicado a la investigación contra el virus declaraba que los doctores que forman el equipo para lograr la vacuna cobran una media de 2.800 euros mensuales. Y son afortunados, porque hay datos sobre quienes con miles de horas en el laboratorio cobran 1.700 euros al mes.

La noticia de la semana anterior fue la publicación del contrato que el CF Barcelona firmó con el futbolista Messi; 555.237.619 millones de euros por cuatro años .Si, han leído bien, son 138 millones de euros al año, 380.000 euros cada dia y 15.833 euros cada hora. La calificación de semejante acto jurídico, legitimo por ambas partes contratantes, no corresponde a quien escribe etas líneas, que cada cual lo valore y lo califique a su manera.

Pero esta muestra de cómo se distribuye el dinero de los ciudadanos ( al final de una u otra forma pagamos todos) no es la única que llama a escándalo, se conocen datos y cifras sobre las fortunas de cineastas, cantantes, y otras estrellas del ocio y la diversión. Son consecuencias de aceptar un régimen de libre mercado, es cierto. Pero una sociedad que asume con naturalidad que una persona de extraordinaria habilidad para dar patadas a un balón puede percibir 380.000 euros al día y por ello 15.000 euros cada hora, incluso cuando duerme muestra una falta de criterio sobre la equidad y carece de fuerza moral para exigir que los investigadores españoles que ganan 1.700 euros al mes puedan avanzar en la vacuna al ritmo que los investigadores alemanes, ingleses, norteamericanos o rusos.

Y no solo en razón de sus escasas retribuciones sino también y fundamentalmente por las partidas presupuestarias que destinan los sucesivos gobiernos de España a la investigación farmacéutica en relación a lo que destina EE UU, Reino Unido, Rusia o Alemania. Si bien el aumento de estas partidas ha sido del 5,2% en 2019 por un total de 1.211 millones de euros, habrá que reconocer que es muy poco relevante en el conjunto de países desarrollados que invierten 171.000 millones de euros anuales para hacer competitivas a las industrias farmacéuticas. Estas cifras podrían explicar muchas cosas. Estamos en plena expansión de la pandemia con riesgo para la vida de millones de personas y en España a esta fecha no tenemos una vacuna propia capaz de inmunizar a toda la población. Los españoles se fijan ahora en los investigadores y científicos que podrían salvar a la humanidad porque acaban de descubrir que el mejor gol de Messi no salva ninguna vida ni aporta nada a las labores de investigación.

Al contrario, si la masa monetaria que circula en España aporta 555 millones de euros para satisfacción de un futbolista, sería razonable que el dinero de los particulares generosamente fueran destinados igualmente otros 555 millones de euros a la investigación de la vacuna y probablemente se podría avanzar en una formula propia. Como datos precisos, Messi en una hora percibe 15.833 euros, una cantidad similar a lo que puede percibir un investigador español en nueve meses de trabajo e infinitas horas tras un microscopio.

Por estas sinrazones poco puede pedirse a la sociedad española sobre la exigencia a los gobernantes. No existe un patrón ético o moral y todo es posible, incluso disparates sobre leyes aprobadas bajo el estigma del miedo al virus que rebajan la calidad democrática de España. No hay reparo alguno en transgredir los límites de la prudencia y de la ejemplaridad y todo se absorbe a la velocidad del siguiente telediario o las portadas de los diarios. No se observa alguna muestra de mantener los equilibrios que dan sostén a la democracia.

Ni el respeto a una cultura, unas tradiciones y un acerbo patrimonial como es la lengua común de los españoles. Menos aún el obligado deber de garantizar los derechos constitucionales de todos por igual. Ni muestras de trasparencia y honradez en el manejo de lo público y esto unifica la estrategia defensiva de la mayoría de los partidos políticos frete los jueces y fiscales honrados e independientes, que aún los hay , y que pretenden sancionar la corrupción en el legítimo ejercicio de su jurisdicción aplicando las leyes vigentes. No busquemos palabras raras ni eufemismos, se llama decadencia. Una decadencia arraigada en tantos fracasos colectivos de la que nunca parece que hemos logrado salir sino por periodos muy contados de nuestra historia.

Mientras escribo estas líneas escucho en la radio sobre vandalismos, robos y sabotajes en el Hospital de Pandemias Isabel Zela de Madrid. Recibo en el móvil información sobre corrupciones de todo rango que afectan a varios partidos políticos. Que las vacunas no llegan para cubrir las expectativas del Ministerio de Sanidad.

Que la cifra de contagios y fallecidos es mucho mayor que en la primera oleada del virus, que los hospitales y las UCIs lanzan un S.O.S porque algunas rebasan su capacidad. Que no se reconoce alguna autoridad que se responsabilice y centralice los datos y la estrategia para frenar esta pandemia.

Que los catalanes contagiados del virus podrán salir a votar el próximo 14 F pero están impedidos para ver a sus padres, cónyuges, hijos o hermanos. Que los políticos condenados por el Tribunal Supremo por delitos de sedición y malversación del dinero público están en la calle incitando otra vez al golpismo contra el Estado español. Que lo que realmente parece preocupar a los gobernantes son objetivos claramente políticos alejados del interés común.Y no ocurre absolutamente nada porque hemos creado un espacio de comodidad en el cerebro capaz de asimilar con normalidad cada noticia por catastrófica que fuera.

Como otras veces no tan lejanas hemos retrocedido sobre nuestros propios pasos, España está en plena decadencia. Me gustaría que algún argumento creíble me mostrara que estoy confundido. Lo celebraría de todo corazón.

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