Tribuna

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

Escritor y periodista

Españolidad

Por extraño que parezca no resulta sencillo definir lo que significa españolidad. ¿Un tópico?, ¿casticismo?... Ante la posible confusión que genera esta pregunta recurro a Internet y leo; "son españoles de origen los nacidos de padre o madre española. Los nacidos en España cuando sean hijos de padres extranjeros si, al menos, uno de los padres ha nacido en España". Más adelante leo; "con todo puede decirse que para ser español de origen no importa el lugar que hayas nacido siempre y cuando exista un vínculo de paternidad con el país ". Y habrá que preguntarse ¿cómo se sienten españoles los españoles? ¿Que podría ser la españolidad? Para explicar esto sería necesario preguntar a todos y cada uno de los españoles como conciben sentirse españoles, habrá muchas respuestas y muy diferentes. Pero hay una cuestión que no ofrece dudas; una cosa es ser español y otra tener la nacionalidad española. Me explico. La cuestión de obtener la nacionalidad da derecho a llamarse español, pero a la postre este es un trámite puramente administrativo. Sentirse español, sentir la españolidad en el amplio sentido es participar de una comunidad donde durante siglos han arraigado unos signos de identidad donde se funden los sentimientos de pertenencia. Es sin duda difícil y delicado entrar en estos matices que de un modo lacerante están siendo utilizados como herramienta social para crear insalvables diferencias de toda índole donde se construyen los nacionalismos supremacistas y excluyentes. No se trata de esto. Se trata de algo más elemental. Hay un sentimiento que acoge a los franceses en relación a su pertenencia como comunidad humana. Y por molesto que resulte ese sentimiento no es coincidente con el que hace sentirse españoles a los españoles. Y así ocurre con los holandeses, los australianos, los ugandeses, los argentinos o los senegaleses. Cada comunidad humana geográficamente definida ha ido creando a los largo de la historia vínculos difíciles de borrar porque arraigan en el corazón de los naturales de esas tierras, marcan su carácter y explican todo lo relativo a su identidad como personas. No solo la geografía, la historia, las tradiciones, la cultura y las religiones refuerzan esos vínculos como signos de identidad. Esas señas comienzan a sentirse desde las canciones de cuna, en el seno de la familia, en la escuela, en las calles y finalmente conforman un sentimiento definido por el que se siente que amas este patrimonio. Amas las costumbres, las gentes, amas los pueblos, los ríos, las montañas, los valles y los mares, sintiéndolos tuyos.

Casi todos los países han debido defender en algún momento ese conjunto de bienes patrimoniales con el uso de las armas. Las guerras han sido las mayores delineantes de la geografía y las que han marcado con dolor y sangre la historia de los pueblos. Europa es un continente siempre en ebullición que ha sido cincelado por las más atroces guerras que se recuerden. Hasta ayer mismo. Por esta y otra razones tras la segunda guerra mundial, las potencias europeas decidieron dar paso a una Comunidad supranacional que englobara a la mayoría de países de Europa con el objetivo supremo de evitar la guerra y avanzar hacia una Europa Unida y en paz desde los vínculos comunes de la historia, la tradición, la cultura y aunque no se haya hecho mención expresa también la religión. En definitiva, la cultura judeo-cristiana madre de un modelo de civilización que se fundamenta en pilares muy reconocibles.

España pertenece a esa civilización y a esa cultura desde su propio origen. Y al margen de las pretensiones nacionalistas tan efervescentes y peligrosas en estos momentos, queda el poso indeleble de lo que es y significa una nación, una comunidad y un pueblo más allá de los conceptos puramente administrativos. Es por ello que me causa perplejidad lo ocurrido en la Asamblea de Madrid hace días. A la exposición de una diputada de VOX, le increpa un diputado de Podemos diciéndole; "yo soy tan español como tú". Es obligado señalar que en este diputado concurren algunas circunstancias que ponen por vez primera este debate en su punto exacto. ¿Qué es ser español? Los meritos de Serigne Mbayé para ser español son singulares; nacido en Senegal entró ilegalmente en España. Las aportaciones del ahora diputado de Podemos a la riqueza y engrandecimiento de España han sido escasas; acogido en Tenerife se benefició de las ayudas económicas y materiales de las ONGs y del propio Estado. Ya en la península ha entendido que la profesión de "activista social", tal que Ada Colau y tantos otros es muy rentable. En Madrid ejerció años como mantero y así organizó el Sindicato de Manteros y fundó la Asociación Sin Papeles. Sus méritos fueron suficientes para que hoy esté sentado como diputado en la Asamblea de Madrid cobrando 4.000 euros al mes. Tres veces el salario mínimo interprofesional.

El único argumento del diputado senegalés es la palabra "racista" que resulta milagrosa para resolver unos cuantos problemas. Como estoy operado de la columna vertebral no me siento obligado a situarme en lo políticamente correcto. No es cierto que un canadiense o un finlandés puedan sentir la españolidad ni ser tan españoles como un español en el sentido profundo del término. Podrían serlo administrativamente pero es llegado el momento de saber distinguir lo esencial de lo circunstancial. El diputado Maybé no es tan español como el peluquero de mi pueblo. Diga lo que diga y cobre lo que cobre. Y no es por racismo. El racismo merece un debate serio y profundo alejado de oportunistas.

En casa de mis padres vive una mujer extraordinaria, con enorme cariño cuidó a mi madre hasta su muerte. Es de Senegal. Desde hace once años convive con mi hermana y hace uso de la habitación donde yo nací, los mismos servicios, la misma cocina, sin estridencias ni rechazo alguno. Como buena musulmana reza cada día postrada sobre su alfombra por su familia y por nosotros. Se siente senegalesa y así lo dice con orgullo a mi hermana y a mí. Tiene la nacionalidad española pero no ha sido beneficiaria de ninguna ayuda, siempre le ha bastado con su trabajo cotizando la seguridad social. Sin tópicos ni complejos hablamos de su país, de España, de religión y también de racismo, de la extensa comunidad senegalesa y nigeriana que vive pacíficamente en el pueblo, trabajando o buscando trabajo, todos musulmanes y muy devotos. Ninguno se siente español como el peluquero o el electricista, se sienten lo que realmente son; africanos, con mayúsculas y muy respetados por su honradez y simpatía. El caso de Serigné Mybé es realmente curioso y tiene una explicación muy sencilla; vive de airear el racismo y cobra muy bien por ello y por ser africano. Si hubiera nacido en Lorca , no disfrutaría de este chollo.

¿Qué es la españolidad?, esa pregunta responde la cuestión de fondo de este asunto. La respuesta o respuestas esta en el corazón de los españoles.

Como también estoy operado de la cadera, me resulta indiferente cualquier interpretación tendenciosa de este artículo.

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