Tribuna

JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ DE HARO

Escritor y periodista

Europa y la crisis de occidente

Europa y la crisis de occidente Europa y la crisis de occidente

Europa y la crisis de occidente

Dla decadencia de Europa como potencia mundial va afirmándose progresivamente desde el Tratado de Versalles hasta nuestros días. Si bien desde la II Guerra Mundial comienza una acusada aceleración de esta decadencia que alcanzó su mayor simbolismo en las cenizas y escombros de tantas ciudades y pueblos, fábricas y campos, arrasados por aquella maldita guerra. Templos, museos, universidades, bibliotecas, teatros, bastiones de una cultura donde se habían acunado las ideas que alumbraron al mundo. Todos los rasgos de un modo de vida que sucumbe incapaz de defender estos valores que ya son universales.

Pero Europa es solo un exponente, quizás el más visible, de un mundo que afronta una profunda crisis de conceptos vitales que dieron identidad a un continente. Sus consecuencias se extienden a todas las actividades humanas; científicas, artísticas, políticas, sociales, económicas, filosóficas, religiosas...etc. Es cierto que en los últimos años este fenómeno expansivo trasciende Europa y nuestra civilización para alcanzar el mundo entero. Conviene apuntar aquí una antigua reflexión , las civilizaciones decaen cuando fallan y se desvirtúan los valores que las hicieron grandes, si bien por el relativismo y desinterés de los hombres, más que por la invalidez sustancial de esos valores, porque es el hombre, los hombres, quienes trazan el destino y actúan sobre el presente para encaminarse a un futuro distinto.

En este comienzo de siglo, asistimos como espectadores y actores a un fenómeno universal cuya principal referencia es Europa . La primera evidencia para nosotros es que el eje del saber filosófico, del pensamiento y también el científico se han desplazado de nuestra área. Y esto es una gran pérdida. Filósofos europeos han ofrecido al mundo el método lógico y discursivo de la mente humana y han ahondado en las razones de la existencia. Juristas europeos organizaron las relaciones sociales en base al derecho. Artistas europeos han creado normas universales de belleza con el vigor de una estética que ha abarcado los cánones mundiales. Ingenios salidos de Europa desarrollaron los primeros focos de industrialismo explicando en la teoría y en la práctica las posibilidades de la ciencia y la tecnología. Moralistas, teólogos, ascetas y místicos ofrecieron al hombre la posibilidad de conocer el misterio de la Creación y extendieron por el mundo los valores de un orden moral. Cabe preguntarse, ¿hubiera sido posible el progreso humano sin esas aportaciones?. Sin embargo, en el progreso se suceden periodos cíclicos renovadores y en sentido amplio, revolucionarios. Ante ellos la humanidad ha de plantearse un equilibrio entre lo nuevo que llega y lo viejo que existe para seguir avanzando, como viene ocurriendo hasta ahora mismo.

En la dinámica política y en las relaciones internacionales se anuncia lo que ya se denomina "un tiempo nuevo". Este tiempo nuevo ya se ha hecho presente en nuestras vidas y ha trastocado toda una escala de valores fundamentales que han sustentado, hasta ayer mismo, un modo de concebir el universo y la humanidad. . Algunos fenómenos se identifican en este escenario; la globalización que necesariamente resta capacidad y soberanía alterando los viejos principios de los imperios coloniales e industriales , de los propios países, de las fronteras y de la economía, estableciendo una relación desconocida hasta ahora. Los populismos que brotan con inusitada energía en países de Europa y del mundo entre otras razones por las débiles defensas de la democracia ante quienes cuestionan las bondades del sistema y el Estado de Derecho que ampara las libertades. También por el desencanto hacia la política como instrumento de mejorar la calidad de vida, por la corrupción extendida a sistemas políticos que se muestran incapaces de erradicarla. La crisis del capitalismo obligado a serias limitaciones sobre su propia capacidad de controlar el poder económico y las consecuencias del abuso y aberrantes prácticas del libre mercado que nos ha traído a esta crisis. Y al tiempo, el fanatismo religioso fundamentado en una abyecta interpretación del Islam que ha abocado a la más sangrienta ola de terrorismo que conoce Europa y el mundo.

En este escenario hemos de preocuparnos que en el país más poderosos de la tierra se haya elegido democráticamente a un gobernante que anuncia severas medidas que serían un claro retroceso en las relaciones internacionales y singularmente con Europa. Otra forma de populismo con brotes de nacionalismo exacerbado que encuentra en países de Europa sus homólogos radicalizados hacia una derecha extrema que amenaza seriamente el equilibrio político de las democracias más consolidadas. El congreso que ha reunido recientemente en Coblenza a los líderes de estos movimientos y partidos populistas y extremos anuncia una escalada vertiginosa de quienes no quieren recordar la tragedia que asoló Europa y por extensión al mundo empujada por partidos políticos cuyas encendidas proclamas vuelven como ideario político ante la inmigración y la crisis y en general ante los problemas que afectan a Europa. Y esto es posible porque esa Europa Unida que soñaron los padres de la UE no ha logrado alcanzar objetivos que hubieran reforzado la voluntad europea y hubieran hecho palpable su enorme capacidad creadora. Debilitada por su propia falta de identidad , por la decadente voluntad de los europeos de defender sus mejores valores y por la ambición de los mercaderes que han secuestrado el espíritu abierto de Europa.

ahora en una situación precaria entre los gigantes del mundo, los que deciden el presente y el futuro, los mismos que nos han señalado un triste rincón donde languidecer en la nostalgia.

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