Tribuna

Joaquín Revueltas

Profesor

Gente que ayuda a otra gente

Gente que ayuda a otra gente Gente que ayuda a otra gente

Gente que ayuda a otra gente

C OMERCIOS y bares han cerrado sus puertas con motivo de esta tercera ola que está haciendo mucho daño, es destructiva y sigue su ritmo acechando vidas sin piedad.

Estamos viviendo una vida completamente diferente, todo ha cambiado, nuestro ritmo vital se ha visto alterado por un monstruo que ya es amo y dueño de este mundo.

Los abrazos están confinados y los besos forman parte ya de un álbum interior que de vez en cuando pasean por nuestros pensamientos, las caricias son enemigas de la vida y las miradas se han convertido en nuestros mejores prismáticos que últimamente andan tristones y sin brillo.

Llevamos ya un tiempo viviendo una situación que ha removido y modificado nuestro entorno, también nuestra forma de ser, nuestro estilo de vida y en definitiva nuestras ganas de vivir.

Todos andamos ansiosos esperando nuestro turno en el calendario de vacunación del COVID, todos deseamos ver esa puerta abierta donde se respire tranquilidad, VIDA.

Cada uno de nosotros estamos viviendo este tiempo de forma muy diferente. Hay personas que llegan a casa y no tienen a nadie, hay personas que viven en la calle, hay personas que están ingresados por diferentes motivos y hay otras que están fuera de su país y llevan ya mucho tiempo sin ver a sus seres queridos.

Ahora más que nunca las miradas hablan, sí, hablan, siempre han hablado pero muchas veces nuestro ritmo de vida nos ha ocultado su poder.

La soledad está siendo muy dura, muchas personas no tienen a nadie con quien hablar. Otras personas están pasando hambre y necesitan una mano que alimente su alma, otras están pasando duelos y sus corazones se encuentran en una jaula sin salida, esperando una palabra, una llamada y un apretón de alegría. Muchas personas están viendo como sus negocios están peligrando su existencia, otros han cerrado ya, y otras personas han perdido su puesto de trabajo.

Las ganas de vivir necesitan con urgencia su vacuna, una vacuna que no se fabrica en los laboratorios, nace de cada uno de nuestros corazones, recorren nuestro cuerpo y se unen con nuestras ganas de ayudar.

El olvido muchas veces borra a muchas personas que hasta hace poco formaban parte de nuestro día a día.

La palabra AMISTAD ahora más que nunca muestra su verdadero significado, en estos momentos te das cuenta de la lealtad, de esas llamadas y de quien está cuidando su verdadero significado.

Los bomberos apagan incendios, los médicos curan, los maestros enseñan, pero necesitamos apagar ,curar y enseñar muestras de alegrías, mensajes que curen, lecciones que nos levanten el ánimo ,impulsen nuestras caídas y alimenten y reconforten nuestro interior para seguir luchando .

El verbo cuidar necesita personas dispuestas a ayudar, dispuestas a sembrar paz, en medio de esta tempestad vírica que estamos viviendo. Curemos tristezas, curemos amistades, curemos dolores, curemos sufrimientos, curemos depresiones, curemos hambre, curemos olvidos, curemos desesperanza, curemos las noticias que cada día se convierten en sirenas que nos producen mucha ansiedad.

Convirtamos nuestras miradas en el mejor regalo, en el mejor saludo, convirtamos las palabras en medicinas que curen momentos.

Desde aquí quiero hacer una mención especial a todos mis compañeros de batalla; maestros y profesores y a todos aquellos profesionales que ponen su servicio a los demás. Vamos a cuidar, vamos a cuidarnos y vamos a convertirnos en cuidadores que inyecten humanidad a nuestro alrededor.

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