Tribuna

jOSÉ mARÍA mARTÍNEZ DE hARO

Escritor y periodista. Premio de Ciencias Sociales y Letras

¿Golpe de Estado?

¿Golpe de Estado? ¿Golpe de Estado?

¿Golpe de Estado?

Ha quedado claro, la identidad y el lazo vinculante de este Gobierno es la manipulación permanente. Forzando la realidad a límites grotescos, retorciendo las palabras, sometiendo voluntades, lanzando avisos calabreses a la oposición, amedrentando los medios informativos independientes, monitorizando las opiniones críticas, mercadeando las tarifas de los grupos mediáticos lacayos, "engrasando" a tertulianos y columnistas complacientes, todo para continuar en la mentira que es al parecer el estado natural donde puede sostenerse la incapacidad. Alguna patología política debe inculcar esta obsesión por la mentira. Y algo inquietante en la personalidad de los protagonistas principales ajenos a su propia dimensión política superada en el aroma fétido de una democracia arrasada. Este es el panorama desolador de la España de la desescalada. Los poderes omnipotentes del Gobierno muestran ambiciones personales y políticas sin rubor hacia objetivos de permanencia y ajena a la realidad funeraria que comprime el dolor de decenas de miles de familiares y allegados de los españoles incinerados en soledad e irreparables ausencias. ¡Viva el 8 M! se escuchó en el Congreso sin alusión al tsunami mortuorio tras el 8 M, tal que otro Millán Astray sin parche en el ojo. El trauma de una humanidad sin duelo y cierta clase política deshumanizada. Las instituciones que habrían de servir de garantía de los derechos y libertades ciudadanas, entre otras el Tribunal Constitucional, siguen cómodamente ausentes bajo el difuso paraguas de la pandemia en contraste con los trabajadores y profesionales esenciales que con su entrega y esfuerzo estuvieron y están en la brecha para tranquilidad de todos. Al parecer el Tribunal Constitucional no es un pilar esencial del Estado. Cada cual con su conciencia, decía un viejo cura de mi pueblo. Para difuminar esta realidad presente la campaña de humo y la experiencia de agitación y propaganda del manual del buen comunista hacen cadena. Así el hoy Vicepresidente del Gobierno, muda de ropaje y discurso desdoblándose en dos personajes de tragedia: el agitador antisistema y guerra-civilista, su verdadero yo, y el Vicepresidente del Gobierno impostado. La subconsciencia traiciona las palabras de los temerarios y cuando el Vicepresidente en sede parlamentaria y sin prueba alguna lanza una acusación a la oposición sobre presunto deseo de un golpe de Estado, desvela la añoranza subversiva de una izquierda irredenta anclada en el pasado nefasto de las dos Españas garrota en mano que tan bien dibujó Goya. Según distingue la ciencia política, los golpes de de Estado no necesitan de la violencia armada para ser calificados como tales. En el siglo XXI las llamadas repúblicas bolivarianas tienen amplia experiencia de estas técnicas propias del comunismo totalitario postsoviético. En la culta Europa, madre de civilizaciones y faro de la humanidad en el pasado siglo, hubo tres golpes de Estado que cambiaron su rumbo y dejaron millones de muertos como señal y advertencia de un poder que se legitimó como Gobierno por la vía democrática de los votos y con las disposiciones y leyes aprobadas en el Parlamento instauró en Estado dictatorial y criminal. Esa es muy resumida la ascensión del partido nacionalsocialista en la Alemania de 1930. Quien tenga curiosidad que lea los datos del historiador y ensayista H.S Hegner publicado Plaza y Janés. Asimismo en Italia otro partido escindido del Partido Socialista italiano dividió a la sociedad en nombre del "pueblo" y sin ayuda de las armas entronizó un Estado totalitario que fue la madre del fascismo. Asimismo en Rusia otro golpe de Estado de carácter revolucionario ejecutado por la Padres Fundadores de la ideología que hoy enorgullece a políticos españoles con responsabilidad de gobierno, liquidó la Monarquía zarista asesinando a todos los miembros, hombres, mujeres y niños de la familia imperial, instaurando un régimen dictatorial y criminal. Todo esto se detalla en el libro Ascenso de los totalitarismos europeos del siglo XX de Joan Asen. Pues bien, en la España del siglo XXI aquellos comunistas-estalinistas que anunciaban en la oposición que había que "asaltar los cielos", hoy manejan con nocturnidad y alevosía el Boletín Oficial del Estado y en maridaje con el PSOE han "asaltado" las instituciones y organismos públicos que garantizan la democracia y su primera regla, la división de poderes. Son hechos constatables la intromisión gubernamental en nombramientos de afiliados y amigos a su causa y por ello incompatibles con la decencia y pulcritud democráticas. Así ha ocurrido como primera medida con la Televisión pública manipulada en "funciones provisionales" encaminadas a perpetuas por la patética presentadora, Rosa María Mateo. Como eslabón imprescindible de la cadena de mando se nombró a un dirigente del PSOE y actual militante, Presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El concepto de vergüenza profesional o dignidad personal de Félix Tezanos son incompatibles con los términos que expresa la RAE. No suficiente con esto, y contra el clamor de las principales asociaciones de profesionales de la Justicia, se nombró como Fiscal General a quien había desempeñado un mes antes la cartera de Justicia, dejando en permanente duda la obligada imparcialidad y eficacia de la Fiscalía como acusación del pueblo español ante las injusticias y singularmente las que provengan de la actividad política. Continuando la labor de zapa de los contrapoderes al Gobierno y sin rubor alguno el gobierno destituyó al Abogado del Estado que informó ante el Tribunal Supremo sobre la acusación y calificación penal de los posibles delitos de los políticos que en Cataluña perpetraron un golpe contra el Estado, sin el ruido de las armas pero con la "aguerrida" ayuda de escuadrones de carácter subversivo y revolucionario. Ahora la Abogada General del Estado funciona como amanuense y Abogada del Gobierno en claro desprestigio de este organismo. No contentos con esto, hurgando en las entrañas de aquellos cuerpos de seguridad del Estado que han de garantizar la convivencia pacífica y el cumplimento de las leyes , ha rematado la faena el incalificable Ministro del Interior, apéndice entusiasta del totalitarismo que justifica su "deber" de purgar a la Guardia Civil con una destitución escandalosa cuajada de mentiras flagrantes sin el mínimo pudor. Así ha ocurrido según documento oficial publicado por El Confidencial sobre el único motivo del cese del Coronel Diego Pérez de los Cobos, quien ha honrado su persona y el uniforme negándose a desvelar la labor de investigación de la policía judicial que él no conocía y que están llevando a cabo unidades de la Guardia Civil según mandamiento judicial. Como cabría imaginar este gobierno actúa al modo calabrés y protege a los suyos. A falta de mejor argumento, el Presidente se permitió arrojar otro cubo de estiércol sobre un Coronel y otros altos mandos de la Guardia Civil abriendo la sospecha sobre lo que él califica como "policía patriótica", que en su opinión está destapando y desmontando el Ministro del Interior. No aclara la esencia de esta afirmación, ¿Es una trama conspirativa para derrocar al Gobierno?, ¿está desmontado el Ministro una actividad delictiva que justifique el cese del Coronel Pérez de los Cobos? Ante la gravedad de sus afirmaciones es urgente que el Presidente informe a los españoles de la naturaleza de este asunto, en el que supuestamente está implicada la cúpula de la Guardia Civil y responder a preguntas elementales. ¿Considera el Presidente delictivo ser Policía o Guardia Civil y ser patriota?¿Son patriotas Pedro Sánchez y Pablo Iglesias? De serlo, ¿podrían ser llevados ante los Tribunales por indicios de delito? Volviendo al comienzo, socavar el prestigio de las instituciones y organismos, instrumentarlos al servicio del gobierno, desnaturalizar su esencial función garante del Estado democrático de Derecho es una forma pautada de golpear al propio Estado desde dentro. Sin necesidad alguna de las armas, erosionando los pilares que sostienen la democracia y el orden constitucional. Así señalan los expertos una forma de golpe de Estado.

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