Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería

Iceta baila la yenka

Después de bailar en la pista de una discoteca jipi de Ibiza, ya no es un, dos, tres, sino seis más: hasta nueve, en una nueva versión

Iceta baila la yenka Iceta baila la yenka

Iceta baila la yenka

Un, dos, tres…, responda otra vez. Vuelve el programa de Narciso Ibáñez Serrador. Pero poco va a durar, ya que Mikel Iceta cuenta de otra forma: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho; y nueve. El secretario general del PSC se ha quitado la máscara, el disfraz, la careta, la carátula, la mascarilla, el gambox, el cambuj y hasta el capillo de lienzo. Ya no necesita peluca, ni peluquín, ni bisoñé, ni añadido, ni postizo. ¿Por qué? Porque en una suma tan quimérica como la suya, resulta que en España hay nueve naciones, comenzando por la nación catalana del muy honorable Quim I el Hechizado. A partir de ahora, Iceta no bailará el blues rock, sino la yenka. «Vengan chicos, vengan chicas a bailar. Todo el mundo viene ahora sin pensar. Esto es muy fácil lo que hacemos aquí. Esta es la yenka que se baila así: izquierda, izquierda, derecha, derecha. Adelante, detrás, un, dos, tres». Después de bailar en la pista de una discoteca jipi de Ibiza, ya no es un, dos, tres, sino seis más: hasta nueve, en una nueva versión. «Aquí se baila la yenka. Mira qué fácil es la yenka. Mira que bien va la yenka». A don Miquel, de tanto mover el esqueleto, ya no le quedan barriga, ni tripa, ni bandullo, ni guata, ni panza, ni vientre, ni abdomen. El líder del PSC se ha quedado sin lorzas y sin michelines: como una síllfide, después de contar hasta nueve. «Con las piernas marcaremos el compás. Bailaremos sin descanso siempre más. Y no hace falta comprender la música. Adelante y detrás y venga ya».

Pronto quedará el nueve como un títere, como una figurilla, como un guiñol, como un monigote, como una marioneta, como una polichinela, como un borreguito, como un muñeco de trapo, como un fantoche, como una pantomima, como un espantajo, como un chisgarabís, como un botarate, como un tarambana. ¿Por qué razón? ¿Bajo qué argumento? El nueve será superado por la nueva yenka yeyé de la señora Vilalta y de los señores Rufián (con las raíces en la aldea de Alcaudete, Bobadilla, donde nacieron sus abuelos paternos, su padre y sus tíos) y Josep María Jové. En presencia, a las cinco en punto de la tarde, la manecilla del reloj en la metáfora del tiempo, que se refleja en los espejos cóncavos y convexos del callejón de Gato, de la guapa Adriana Lastra, el torero José Luis Ábalos y el actor de tebeo Salvador Illa. Un tráiler entre Berlanga y Summers. Con personajes, convertidos en esperpentos de sí mismos. Ficción y realidad, encuadernados por Goyo Jiménez y Chiquito de la Calzada entre la risa burlona de charlatanes y cotorras; parlanchines y sacamuelas. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis. Y diecisiete. «Adelante y detrás y venga ya, izquierda, izquierda, derecha, derecha. Adelante, detrás».

Torra y don Insomnio Sánchez miran, desde la Generalitat y desde la Moncloa, el cage dancing, sin que sepamos quién es el gogó, o quién la gogó capaces de «encauzar el conflicto político de Cataluña». Ábalos, con su traje gris, su camisa blanca y su corbata, parece el padrino de una boda, entre interrogaciones y puntos suspensivos, puesto que no se fía mucho del yerno, Gabriel Rufián, y menos aún de la madrina, Marta Vilalta. Pero la ceremonia no es, como quisiera don Insomnio, una partida de mus o de julepe; o sea, el juego de naipes, en el cual se emplea baraja española y en el que intervienen seis o más jugadores, cada uno de los cuales tiene cinco cartas. La aceptación de que hay un conflicto político es un logro, con el que Oriol Junqueras, desde la cárcel, ha conseguido no ya la carta más alta del palo de triunfo, sino jaque mate. Sánchez sabe que la partida aún no ha terminado; mas el pacto se parece cada vez más a un capítulo kafkiano o joyceano. Iceta haría bien en dejar la yenka, del uno al nueve y del uno al diecisiete (¡tantas naciones como números!), y, en su lugar, bailotear un twist con Arrimadas en la puerta del Sol; el reloj y las doce campanadas como versos libres, los cuales leemos en papel pergamino. Con luz y taquígrafos, mientras Lambán y García-Paje descorchan una botella de cava Codorníu, con la espuma entre la calva de champú anticaída de don Miquel y el vestido perfumado, con la fragancia del sándalo, de doña Inés. Iceta, ahora sí, es el gran Gatsby. Ya solo faltan la mansión de la novela de Scott Fitzgerald y la guitarra eléctrica Rickenbacker 325 de John Lennon. Además de Puigdemont, cantando un gol de España, abrazado a Manolo el del Bombo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios