Tribuna

José María Martínez de haro

Escritor y Periodista

Izquierdas

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En esta sucesión de inquietudes y amenazas debiera quedar algo de sosiego para intentar alguna repuesta a asuntos clave para el común de los españoles. Algunos preguntan; estos momentos cruciales para España, ¿donde está la izquierda?. Más aún, ¿qué es y representa la izquierda? La derecha conservadora tiene otras tantas preguntas, hoy no es el caso, si bien se puede decir que no está respondiendo adecuadamente desde su responsabilidad de Gobierno a la alarma extrema que se da en Cataluña. La cuestión es que los partidos políticos tradicionales de izquierdas ; PSOE e IU, tampoco encuentran momento para abrirse a la realidad de esta amenaza de parte de los políticos secesionistas/golpistas en Cataluña y en lugar de una cerrada defensa del orden Constitucional , el Estado de Derecho y la unidad territorial de España, tal como ha señalado en un magnífico artículo en el diario el Mundo Gaspar Llamazares, juegan ambos a un oportunismo vergonzante que les coloca en la diana de la crítica desde sus propias filas. Aparentemente solo el centro político, en el supuesto que Ciudadanos lo fuera si llegara a gobernar, muestra decisión y firmeza en defender algo tan sustancial para la propia existencia del Estado español. Volvemos al inicio, ¿qué es ahora la izquierda?; PSOE?, IU?, las CUPs?, Podemos?, esos grupos asamblearios e insurgentes?. Bastante confusión porque todos dicen ser la izquierda con distintos tonos y lenguajes. Las diferencias entre ellos son muchas y los recelos mutuos inabarcables. En realidad en España y en Europa la izquierda, como la derecha, han ido devaluándose hasta quedar sin discurso propio. Me refiero a un discurso válido, convincente y posible que responda a los retos de esta nueva sociedad realmente compleja. Para algunos reconocidos politólogos actualmente apenas serían necesarios los partidos de izquierdas, tampoco los de derechas. Parece muy drástica esta afirmación pero es lo cierto que en Grecia, en Italia, en Francia, en Dinamarca, en Suecia y en España los tradicionales partidos de izquierdas, la mayoría socialdemócratas, han llegado o bien a la práctica extinción, o a lugares poco relevantes en esos países. Por primera vez desde 1945, final de la segunda guerra mundial, la izquierda institucionalizada se ha alejado de amplios sectores sociales . En Francia con las revueltas de Mayo del 68 surgió una izquierda no convencional cuyo máximo exponente fue el filósofo Jean Paul Sartre y el diario "Liberatión". Sin embargo continuó la hegemonía del marxismo-leninismo como único canalizador de los que se conoce como "cultura de izquierdas". La influencia de la URSS fue alejándose hasta su final desaparición por el fracaso del sistema. Y quedo asimismo el complejo de una supuesta "superioridad moral " de esa izquierda asentada en la influencia en los medios de comunicación y los ambientes artísticos y culturales. Quedó en suma el regusto de esa posición algo romántica basada en el empleo de la propaganda bien concebida y mejor difundida. Pero de manera muy visible la izquierda fue alejándose del poder político y de su influencia en las clases medias preponderante en votos que es lo que ahora tratamos. dLa revolución liberal de los años 80 significó el comienzo de otra realidad. Sus exponentes más conocidos, Ronald Reagan y Margarert Tatcher lograron imponerse al pensamiento dominante de "izquierdas" en sindicatos y ámbitos culturales en el cine, y en los principales medios informativos. Este nuevo marco político, social y sobre todo económico de extendió por Europa sin apenas obstáculos. Por primera vez los partidos obreros se habían visto desbordados por las nuevas generaciones que se movían por otros motivos alejados ya de la revolución permanente; el pacifismo, el ecologismo, el feminismo, las energías limpias, igualitarismo en el sexo, en los derechos civiles ampliados , en los derechos de los inmigrantes, etc,. Los centros de producción, epicentro de influencia de sindicatos y partidos de izquierdas, ya no eran los lugares donde se fraguaba el descontento social que tejía aquella política. Y todo esto llegó también a España con el acostumbrado retraso. Un retraso que dio lugar a los últimos aspavientos de la izquierda socialista que para su desgracia tuvo como líder a aquel iluminado de mirada necia, Jose Luis Rodríguez Zapatero. En sus gobiernos de insignificantes Zapatero perdió la oportunidad de actualizar la izquierda socialdemócrata española asimilándola a la europea . En lugar de ello fundió su escaso nivel intelectual alentado por la torpeza y nula preparación de aquellas Narbona, Aido , Pajin y similares , entusiasmados todos incluidas sus bases, en resucitar antiguas heridas de la maldita guerra civil de 1.936. Hasta allí nos llevó Zapatero en lugar de llevarnos a mediados del siglo XXI. Y lo más decepcionante es que de allí no parece querer salir el actual Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez muy cómodo con una versión más dura de la Ley de Memoria Histórica con ribetes tardo fascitas. El panorama electoral del PSOE es bien conocido y va por los derroteros del socialismo francés, el griego y el italiano para disgusto de las viejas glorias de este partido. El vacío político no existe y como cabria esperar el vacío que muestra el PSOE lo han detectado grupos emergentes de los subterráneos de la política que dicen ser la "nueva izquierda española". En la escasa presencia en gobiernos municipales, en el Congreso, en el Senado y en las CC AA, esa izquierda en realidad se muestra muy poco novedosa. Para muchos analistas ha configurado un programa básico cuyo objetico esencial es liquidar el sistema político y de convivencia que conocemos.

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