Tribuna

José María Martínez de Haro

Escritor y periodista

Mambrú se fue a la guerra

Mambrú se fue a la guerra Mambrú se fue a la guerra

Mambrú se fue a la guerra

Recuerdo aquella canción que cantábamos los niños de mi época; Mambrú se fue a la guerra/que dolor, que dolor, que pena/ Mambrú se fue a la guerra/ no se si volverá/ no se si volverá. No sabíamos entonces que Mambrú era en realidad el Duque de Malbourg, y que al pronunciarlo en español se quedó en Mambrú. Eran tiempos de paz y de canciones. Ahora escuchamos las declaraciones del anciano líder conservador Lord Howard, pidiendo a la primera Ministra del Reino Unido que declare la guerra a España. El espiritu del viejo Imperio británico resucita con ardor guerrero por el asunto de Gibraltar. Habré de decir ante todo que admiro el estilo y la capacidad de los ingleses. Entre mis mejores amigos puedo contar a varios ingleses a los que trato como hermanos, soy padrino de los hijos de uno de ellos. Tres de mis cinco nietos son ingleses nacidos en Londres. Nada tengo pues contra Inglaterra. Sin embargo, conozco muy bien su historia, sus éxitos y sus fracasos y sobre todo, sus rapacerías en la época colonial que fue la base económica y militar del Imperio de aquella reina extraordinaria; la Reina Victoria. Pero aquel Imperio desapareció entre las cenizas de la Historia. El primer envite los sufrió Inglaterra al final de la I Guerra Mundial, y quedó definitivamente liquidado al finalizar la II Guerra Mundial cuando emergió como nuevo líder de la economía mundial otra potencia; EE UU que hasta hoy mismo ocupa el liderazgo económico y militar del mundo. Así que de aquel Imperio británico queda más que la literatura, el cine, la nostalgia y ciertos añorantes como Lord Howard y estos votantes del Brexit que no quieren incorporarse al mundo actual y prefieren evocar glorias pasadas. Entre esas "glorias", pequeñas huellas de la grandeza pasada, quedan las Islas Malvinas y Gibraltar. Este peñón que mira el estrecho, fue entregado a los ingleses como botín de guerra por el primer Borbón, Felipe V, un rey que hubo de pagar su advenimiento al trono de España con un trozo de territorio español. Y desde entonces Gibraltar quedó como una espina al sur de España reconocida por Naciones Unidas como la única colonia que aún pervive en suelo de Europa. Diversos avatares han ocurrido a lo largo de estos siglos entorno a Gibraltar. Lo cierto es que , junto a la debilidad internacional de España, la astucia, la buena diplomacia y la rapiña han favorecido la situación de Gibraltar modificando incluso el texto del Tratado de Utrech con hechos consumados como el aprovechamiento del istmo que une el Peñón con la península ganando tierra al mar y expandiendo el territorio colonial. Y lo más reciente, haber tratado de dominar aguas territoriales cuando en el Tratado solo se menciona literalmente la "posesión de la ciudad sin ninguna conexión por tierra o mar".

La incorporación de Inglaterra y España a la UE no cambió el status de Gibraltar, reforzando el Peñón su condición ampliamente reconocida de paraíso fiscal y centro de operaciones que atentan contra la hacienda pública española. También es cierto que cerca de ocho mil españoles pasan diariamente a Gibraltar como trabajadores en una situación especial respecto a la población española del campo de Gibraltar. Todo ello conforma un conjunto de intereses entre España y Gran Bretaña que se ha reforzado en los últimos años; España y Gran Bretaña son miembros de la Alianza Atlántica y por ello aliados militares. Asimismo eran socios en la Unión Europea donde el asunto de Gibraltar quedó en situación favorable a los gibraltareños como colonia de un país miembro. La UE decidió contentar a Gran Bretaña por su peso específico e influencia en la economía global de la UE y España solo pudo asumir otras frustraciones a su insistente reclamación de descolonización que señala la ONU. Pero la situación ha cambiado radicalmente en esta última semana. Inglaterra, siguiendo la decisión mayoritaria de los británicos respecto al Brexit, y también con el voto favorable del Parlamento de Wensmintster ha decidido unilateralmente comenzar la desconexión con la UE. La Primera Ministra , Teresa May, ha enviado una carta que oficializa la fecha de este proceso por el cual el Reino Unido abandona la UE. La cuestión es que en esta carta no se menciona a Gibraltar. Olvido , error o cálculo político que deja a Gibraltar en situación muy comprometida y a los gibraltareños sumidos en la desesperanza. España ha aprovechado con oportunidad e inteligencia esta ocasión única y ha logrado que los países de la UE hayan decidido apoyar la posición de España respecto a Gibraltar y le ha concedido el derecho de veto en todos los asuntos relacionados con el Peñón. Y esta es en realidad la única cuestión que tanto a ha alarmando a los gibraltareños, a los ultra conservadores ingleses ya reavivado lo más rancio del sueño de aquel Imperio desaparecido. España es hoy un país democrático, miembro de pleno derecho de la UE, sin ningún ánimo guerrero y que comparte con Gran Bretaña intereses importantes. Entre otros la presencia de empresas españolas en territorio de UK. Y cientos de miles de españoles residentes. Asimismo cientos de miles de ciudadanos de UK residen en España y son propietarios de bienes inmuebles. Habrá que negociar con inteligencia para salvaguardar los derechos de todos. Pero por encima de todo ello, vivimos en el siglo XXI, y los países democráticos de Europa han entendido la paz como la base de las relaciones internacionales. Así que habrá que tomarse estas salidas de tono de algunos periódicos ingleses, sus descalificaciones a España y a los españoles como exabruptos del sensacionalismo populista y las declaraciones de algunos políticos ultra conservadores como eruptos de un nacionalismo trasnochado. España seguirá reclamando justamente la cosoberanía del Peñón. Serán conversaciones arduas donde habrá de imponerse el pragmatismo por ambas partes y cierta renuncia de alguno de sus privilegios de parte de los gibraltareños. Y eso, como todos los procesos históricos, será cuestión de tiempo y de paciencia.

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