Tribuna

jOSÉ mARÍA mARTÍNEZ DE hARO

Escritor y periodista. Premio de Ciencias Sociales y Letras

Mitos y leyendas

Mitos y leyendas Mitos y leyendas

Mitos y leyendas

Un O de los recursos más comunes de la frustración suele ser la divulgación de mitos y leyendas conforme a los propios deseos, una forma de superación de la realidad a veces tan triste que cuesta convivir con ella. Con motivo del confinamiento observamos una actividad inusual en las trincheras ideológicas singularmente en las redes sociales que han inundado de memes y videos con música de fondo, banderas, desfiles, caricaturas grotescas, chistes y parodias que en cierto modo han podido mitigar los anhelos de unos y otros alimentando fantasías sobre el presen te y el futuro.

Hay dos mitos o leyendas que han prosperado en el imaginario del centro derecha español, la primera de ellas sostiene que la posible solución para forzar una crisis de gobierno que pudiera malograr las perspectivas de la izquierda comunista y populista en el gobierno sería la hipotética exigencia de la Unión Europea de condicionar la entrega de los fondos aprobados para España, 140.000 millones de euros, a que Pedro Sánchez rompiera su acuerdo de Gobierno con Podemos y formara nueva coalición de tendencia más centrista. Quienes creen posible esta "tabla de salvación" puede que no hayan entendido la naturaleza de la UE. Los ejemplos son muy indicativos sobre el motor fundacional de esa Organización supranacional; los mercados, el IVA, el Euro, y las regulaciones de carácter económico. La Europa de los mercaderes siempre se ha venido organizando desde la Liga Hanseática hasta nuestros días con diversas siglas y decálogos grandilocuentes pero a la postre los avances hacia la consolidación de una política común, la unidad de criterio fiscal o incluso la idea de una Justicia global europea que diera paso a un Gobierno de corte Federal y que agrupara a todos los países miembros, son mitos ya olvidados que nadie se atreve a mencionar.

Los ejemplos más próximos han sido la actitud la UE en relación a la crisis financiera de 2008 cuando Grecia y Portugal hubieron de ser "rescatados" con fondos europeos. En ninguno de los casos las condiciones fueron de naturaleza política, Txipras y Varoufaquis continuaron con sus delirios comunistas y fue la propia realidad del país, las frustraciones y miedos de los votantes que les alejó de aquellas utopías con una derrota electoral aplastante dando paso a un gobierno de derecha conservadora. Ahora es España la que habrá de recibir una de las mayores aportaciones económicas de la UE para la ingente tarea de la recuperación tras la pandemia. Que nadie espere que los "hombres de negro" vayan a irrumpir apartando comunistas a su paso. No hay la más remota posibilidad que eso ocurra. Habría sin embargo la posibilidad de medidas de orden práctico, la fiscalización pertinente de cada euro que se destine a España vigilando y obligando su uso a los fines previstos en esta situación tan grave como extraordinaria. En este guión milagrero de lluvia de millones si podrían agrandarse los deseos desviacionistas de tantos profetas de mercadillo que tendrían a su alcance la tentación de llevar a cabo esas políticas del despilfarro del gasto público como ya ocurrió en la catastrófica gestión de Zapatero y Solbes que también fracasaron en Grecia con fondos de la UE.

Otro de los mitos muy extendidos trata de explorar la naturaleza política de Pablo Iglesias y la tropa que acaudilla. Como consecuencia de los posibles controles de Europa sobre el dinero destinado a España, singularmente del núcleo duro, Holanda, Dinamarca y Austria, Iglesias, y su compadre Garzón según esta teoría voluntarista, se verían ante el dilema de no poder aplicar una parte sustantiva de sus promesas electorales y romperían la coalición de gobierno con Pedro Sánchez para tratar de liderar la "verdadera izquierda". Nada más lejos de la realidad. Tras varios años de actividad pública se puede reconocer la naturaleza humana y política de Pablo Iglesias y los menesterosos que alimenta encantados todos con pisar moqueta y muy acomodados a los maletines gubernamentales. E igualmente la nutrida tropa de afiliados y amigos "colocados" que ya no podrían vivir sin esa sensación celestial de disfrutar los placeres del dinero público y el poder político. Ya no hablan de la casta, o de los profesionales del poder porque son ellos quienes mejor encajan en la repulsa a la clase política que señalan todas las encuestas. Está muy claro que han alcanzado los cielos del Boletín Oficial y "de ahí no los despega ni la madre que los parió" según ocurrente frase de mi vecino del cuarto. Así que pueden despertar los ingenuos que imaginan que la UE o los hombres de negro motivarán el abandono de esos "servidores públicos vocacionales siempre dispuestos al servicio del pueblo" porque no hay fuerza posible en la naturaleza que pudiera conseguir un fenómeno tan extraordinario como sería un arranque de coherencia o de ética en los neo comunistas que han descubierto las mieles del populismo del siglo XXI.

Cabe ser compasivo con tantos que imaginan cosas fuera de lo común, incluso quienes creen en los milagros para aliviar sus pesares. Pero vivimos una cruda realidad que la pandemia ha puesto al descubierto de la forma más descarnada. Ni Pedro Sánchez va a tentar un cambio de rumbo, menos aún hacer peligrar la coalición de gobierno, ni los miembros de Podemos e Izquierda Unida contemplan remotamente dejar el poder. Todos están bien dispuestos a tragar lo que haga falta que para eso están los programas, para encandilar a la gente y después reconducirse sobre la marcha alejándose de Vallecas y su encanto obrero camino del frescor ajardinado de Galapagar. "Se nota demasiado", según mi vecino del cuarto, están a sus anchas y avanzan hacia sus propios fines cruzando incluso los límites de la Constitución como ha podido evidenciarse en el prolongado Estado de Alarma. Lo más llamativo de todo esto es el respaldo a esas andanzas gubernamentales que indican las encuetas a pesar de la lamentable gestión de la pandemia que ha dejado en España las mayores cifras de fallecidos, de profesionales sanitarios contagiados, la improvisación y lentitud que abocó a una gravísima insuficiencia de medios para la contención del virus, así como decisiones muy cuestionadas que según las demandas que se acumulan en los Tribunales, fueron influidas por la conveniencia política en detrimento de la salud pública. Y resulta cuando menos una paradoja que en todos los países los gobiernos de distinto signo político han sido censurados por su votantes por la gestión de la pandemia, excepto en España donde no parecen ser motivos de protesta las cifras pavorosas que ofrecen los propios organismos públicos; cuarenta y cuatro mil fallecidos en los meses de marzo a junio y cincuenta y dos mil sanitarios contagiados.

Todo parece indicar que se cumplirá una legislatura llena de sobresaltos, de piruetas legislativas que serían motivo de inquietud en una sociedad no acostumbrada a estas actitudes del gobierno tan oportunista en el uso abusivo de decretos leyes, nombramientos en cargos de especial relevancia y altanería selectiva con la oposición pero eficazmente atenta a la mercadotecnia. Con esas bases se ha argumentado una excelente campaña de imagen al punto que ha logrado trasmutar la realidad de las cifras y las propias vivencias durante las fechas críticas de confinamiento cuando azotaba el virus y la mortalidad y que ahora se explica como una gestión de impecable eficacia. Aunque parezca una fantasía, nada de lo ocurrido en España es motivo de repulsa.

Con todo, los más voluntariosos se aferran a las reglas de una verdadera democracia y la separación de poderes. Están los Tribunales, susurran algunos, es posible que la Justicia ponga freno a tanto desafuero. También queda el Lexatin y las infusiones relajantes para una larga noche en la que parece que se adentra esta democracia.

Escribo estas líneas el día 29 de junio, festividad de Pedro y Pablo, habrá mucho tiempo para recordar esta fecha.

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