Tribuna

jOAQUÍN rEVUELTAS

Profesor

Muerte silenciosa

La COVID -19 las ha borrado sin dejar abrazos, besos y despedidas, pero lo que jamás podrá este virus es borrarlas de nuestros corazones, allí siempre vivirán, aplaudirán y serán eternos

Muerte silenciosa Muerte silenciosa

Muerte silenciosa

Duranye esta pandemia, el calendario sigue su ritmo frenético, los segundos se han convertidos en horas y al final del día estamos expectantes por conocer si ese tiempo nos ha robado lo más preciado que tenemos en este mundo.

Hasta hace poco pensábamos que el tiempo nos pertenecía, sus horas ,minutos y segundos , eran unas unidades que jugaban con nuestra cotidianidad , pasaban a veces desapercibidas y sin embargo ahora ,esta magnitud se ha hecho grande y más presente en nuestro reloj interno, ese que en lugar de marcar tiempo, suma o resta vidas.

Los medios de comunicación diariamente retransmiten noticias del COVID-19, las calles se tiñen de guantes y mascarillas, el silencio del mundo está esperando una respuesta, una solución para eliminar cada letra de este virus que se ha quedado y nos tiene a todos sujetos a su movimiento y fuerza desgarradora.

Estamos ansiosos de saber cuándo acabará esta batalla, cuándo cesará su furia y sobre todo saber si mañana seguiremos en pie, luchando por seguir pisando cada segundo esta obra de teatro llamada vida.

En esta obra todos somos necesarios, somos eslabones muy importantes, formamos un todo y somos ese puzle compuesto por muchas piezas que siempre contamos y sabemos que están, pero a veces algunas de ellas se pierden en el camino y es difícil volver a formar ese puzle que tanto queremos.

El miedo se hace dueño, se mezcla con la muerte y comienzan un juego maldito y destructivo que se lleva las piezas de nuestra existencia, aquellas que son necesarias, se lleva las vidas de las personas que queremos, aquellas que forman parte de nuestro mundo.

En la tele comienzo a ver como la palabra muerte se ha hecho viral, ahora está presente y su furia y dolor hacen daño. Escucho que en Guayaquil, una ciudad ecuatoriana, entierran en cajas de cartón a sus muertos victimas del coronavirus debido a la falta de ataúdes en la funeraria local. En Nueva York, echan a sus muertos en una fosa común.

Los ataúdes van sellados y herméticos, los curas se ajustan sus mascarillas y se colocan en el cuello la estola morada, celebrando misas funerarias donde se limita a tres o cuatro asistentes.

Esta maldita pandemia ha cambiado los hábitos del rito funerario, no podemos despedirnos de nuestros familiares, de nuestros amigos, de nuestros vecinos y en definitiva de personas que abandonan este mundo dejando un dolor inmenso en los corazones de todos los que no podemos estar, besarlos y darles la triste y última despedida.

Hoy quiero rendir un homenaje a todas las personas s que nos han dejado, muchas víctimas de este virus y otras por otras circunstancias. Ya no las vamos a ver aplaudiendo en las ventanas, en los balcones de nuestras ciudades, tampoco las vamos a encontrar en nuestros trabajos, en nuestras reuniones, en nuestra ansiada y recordada rutina diaria.

En definitiva, ya son esas piezas de nuestro puzle que han desaparecido de esta obra de teatro que cada mañana comienza su función y no se detiene jamás.

La COVID -19 las ha borrado sin dejar abrazos, besos y despedidas, pero lo que jamás podrá este virus es borrarlas de nuestros corazones, allí siempre vivirán, aplaudirán y serán eternos.

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