Tribuna

Javier Soriano

Coronel en la reserva

Murieron clavados al terreno

Años después, sobre los divisionarios se ha echado el tupido velo de la memoria histórica de unos con el silencio cómplice de otros

Murieron clavados al terreno Murieron clavados al terreno

Murieron clavados al terreno

Este mes de diciembre ha salido a la venta la segunda edición del libro de Alfonso Viciana Martínez-Lage "700. Los almerienses de la División Azul", editado por el Instituto de Estudios Almerienses. Este libro se ha convertido en un referente para toda persona interesada en la historia de la División Española de Voluntarios, como así se le llamó oficialmente en España, o 250 División de Infantería en el Ejército alemán, más conocida por División Azul o Blaue Division. Un libro que, como indica su prologuista Andrés García Lorca, "incita a la reflexión y al análisis de esta aventura militar".

Para situarnos en el momento histórico, el 22 de junio de 1941 el Ejército alemán invadió la Unión Soviética (Operación Barbarroja). El 24 de ese mismo mes, el gobierno alemán aceptó la oferta española de un cuerpo de voluntarios para luchar en Rusia. Nació así la División Española de Voluntarios con la que, por un lado se saldó la deuda de gratitud de España con Alemania por su ayuda durante la guerra civil, y por otro, sirvió para que no solo los alemanes sino también los aliados fuesen conscientes del precio que tendría que pagar el Ejército que pretendiese conquistarnos. Esta División fue un "sujeto de la acción exterior del Estado" en un momento crucial para mantenernos al margen de la guerra mundial, y el resultado fue, sin duda alguna, un éxito.

El 31 de julio de 1941, en el campo de instrucción de Grafenwöhr (Baviera) los 17.046 efectivos de la División Azul juraron fidelidad "al Jefe del Ejército alemán Adolf Hitler en la lucha contra el comunismo". Desde esa fecha hasta el 07 de octubre de 1943, en la que quedó disuelta oficialmente, sirvieron en esta Unidad en sucesivos relevos cerca de 50.000 españoles, de los que 4.954 murieron, 8.700 resultaron heridos, 2.137 quedaron mutilados, 372 fueron hechos prisioneros y 7.800 volvieron enfermos, unos datos escalofriantes que demuestran el grado de compromiso de nuestros soldados con el juramento hecho.

Encuadrada la División Azul en el Grupo de Ejércitos Norte cuyo objetivo principal era la conquista de Leningrado, en los anales de nuestra historia militar han quedado grabados los nombres de Novgorod, Ostenki, Possad, Posselok, Lubkowo, Udarnik en la línea de frente del rio Voljov, y Krasni Bor, al sur del Lago Ladoga, entre otras localidades donde nuestros soldados lucharon y muchos murieron. Gestas como la acción llevada a cabo en enero de 1942 por la compañía de esquiadores de la División, al mando del Capitán Ordás, para socorrer a tropas alemanas cercadas en Vsvad, en la orilla este del lago Ilmen, con un 94% de bajas y 32 cruces de hierro ganadas, demostraron el valor y la decisión de nuestros soldados. O la gesta de la Posición Intermedia, donde el destacamento español que la guarnecía, al mando del Alférez Rubio Moscoso, fue atacada en la madrugada del 27 de diciembre de 1941 por una gran fuerza enemiga; cuando esa mañana pudieron llegar a esta posición los refuerzos, se encontraron a todos los defensores muertos. Habían recibido la orden de resistir, y la cumplieron. Los soldados rusos, ante la dureza del combate, una vez dominada la posición, se ensañaron con los cadáveres de nuestros soldados, clavándolos en el suelo con sus picos para hielo y rematando a los heridos. La orden recibida de resistir se cumplió literalmente: "murieron clavados al terreno". Ante esta visión, en el contraataque posterior no se hicieron prisioneros, y un millar de rusos quedaron sobre el terreno.

En los algo más de dos años que estuvieron desplegados en el frente ruso, los divisionarios se ganaron las siguientes condecoraciones alemanas: 2 cruces de caballero (una con hojas de roble), 2 cruces de oro, 2.497 cruces de hierro (138 de primera clase), 2.216 cruces del mérito militar con espadas (16 de primera clase) y fue la única Unidad de extranjeros a la que el Gobierno alemán concedió a sus componentes una medalla especial creada expresamente para premiar su participación en la Campaña de Este. Años después, sobre los divisionarios se ha echado el tupido velo de la memoria histórica de unos con el silencio cómplice de otros. Por eso, qué acertadas resultan hoy en día las palabras escritas en mayo de 1944 en la "Hoja de Campaña" de la Legión Española de Voluntarios: "Si el frio y el paisaje nevado de Rusia no fueron capaces de entibiar nuestro entusiasmo, ¿qué esperan con su "frialdad" las almas de algunos desmemoriados de España?".

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