Tribuna

jAVIER pERY pAREDES

Almirante jubilado

Notas de corte y elección de profesión

Decir educados y formados no es redundante. Cada cosa atiende a lo suyo. Educar exige conocimiento, formar reclama experiencia

Notas de corte y elección de profesión Notas de corte y elección de profesión

Notas de corte y elección de profesión

El mes de junio es tiempo de elegir. Me refiero al dilema de los estudiantes que deben optar a una profesión en estas fechas y para ello consultarán una y otra vez las notas de acceso a la universidad del año pasado. Quienes acceden a la milicia también lo hacen, pero en los listados de las universidades y de la prensa estos baremos están desaparecidos. Para muchos, resultaría inapropiado o cuanto menos chocante incluir la Academia General Militar, la Escuela Naval Militar, la Academia General del Aire o la Academia Central de la Defensa entre los centros universitarios, aunque es una realidad que en estos centros militares se imparte desde hace años una completa educación universitaria además de una exigente formación militar. Hay que señalar que los grados se imparten en centros adscritos a las Universidades de Zaragoza, Vigo, Cartagena y Alcalá de Henares, con los mismos parámetros de excelencia de otros campus de esas universidades.

La capacidad de adaptación al medio es una necesidad de la milicia. Algunos podrán ver sólo una forma de mimetismo con el terreno, eso que se denomina camuflaje en el hablar común, herencia del origen francés del concepto. Sin embargo, atender al entorno va mucho más allá. Se fija en todo lo que sucede en la sociedad. Es por ello que, con la evolución educativa que supuso asumir los criterios de Bolonia para definir las carreras universitarias, se vio la oportunidad de adaptar la enseñanza militar a los mismos criterios, sin perder de vista el resultado final deseado que era y es dotar a las Fuerzas Armadas de oficiales educados y formados. Decir educados y formados no es redundante. Cada cosa atiende a lo suyo. Educar exige conocimiento, formar reclama experiencia. La adaptación al nuevo sistema de enseñanza buscaba la simbiosis entre la manera de pensar y la manera de hacer de los militares, en este caso, de los oficiales. La mente del oficial debía estructurarse con el mismo método que la de cualquier otro ciudadano de su edad y condición, de lo contrario se vería abocado al aislamiento en un mundo global, no solamente físico, sino mental. Eso le llevaría al ghetto intelectual al que unos propios optaron por recluirse y otros ajenos quisieron llevar a los militares. Nada cambiaba la formación militar. Además de técnicas propias del oficio, fundamentalmente enraizar maneras de actuar que aseguren a la sociedad en toda circunstancia: espíritu de servicio, compañerismo, obediencia… todo eso que hace de las personas, seres honrados.

Puestos a elegir, además de la natural inclinación hacia una profesión, vale la pena insertar las notas de corte de acceso a las academias y escuelas militares para conocer y apreciar hasta que punto los futuros oficiales responden a los criterios de mérito y capacidad que sanciona nuestra Constitución y se alejan de formulas arbitrarias y oportunistas. En términos absolutos, en 2018, la nota en la Prueba de Acceso a la Universidad más alta para acceder a la Academia General Militar, la Escuela Naval Militar y la Academia General del Aire, donde se estudia un grado de ingeniería industrial, fue de 13,7 sobre 14 puntos, al igual que lo fue en la Academia Central de la Defensa, donde se estudia medicina. Así pues, estos números uno en la prueba de ingreso podrían haber optado a la práctica totalidad de los grados que ofrece la universidad española. Por otro lado, las notas de corte que limitaron el acceso a esos mismos centros militares fueron: 11,4 en la Academia General Militar; 11,6 en la Escuela Naval Militar; 11,9 en la Academia General del Aire; y 12, 5 en la Academia Central de la Defensa.

Dicho así, en crudo, lo primero que se aprecia es la excelencia de los candidatos. Pero como aquí cuentan las comparaciones, señalaría que cualquiera de los ingresados en los centros militares podría haber optado a la ingeniería biomédica en Barcelona o a la electrónica industrial en Valencia, por ejemplo. Si además, se cierra la comparación a las Universidades de Zaragoza, Vigo, Cartagena o Alcalá de Henares, todos superaron ampliamente las notas exigidas para sus correspondientes alumnos civiles. Nada digo del tiempo que cada uno de ellos empleará para obtener el grado, que será para el militar menos de los cinco años que, como inexcusable experiencia vital, requiere la formación en el oficio militar.

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