Tribuna

Juan José García

Experto en Inteligencia Económica y Competitiva

Occidente influye cada vez menos en el mundo

En Europa cada vez más hay una carencia de liderazgos que sirvan para unir a todos y para defender los intereses europeos frente a los de otros países

Occidente influye cada vez menos en el mundo Occidente influye cada vez menos en el mundo

Occidente influye cada vez menos en el mundo

Desde hace un tiempo algunos analistas están utilizando la expresión "desoccidentalización del mundo", que es un nuevo concepto que refleja que los países occidentales están perdiendo terreno y capacidad de influencia y dejando de ser el centro de gravedad y la referencia del mundo.

Occidente nunca ha sido un concepto monolítico, pero sí una amalgama de tradiciones con denominadores comunes como su compromiso con la liberal democracia, defensa de los derechos humanos, economía de mercado, cooperación internacional, apoyo a las instituciones internacionales, etc. Tradicionalmente ese ha sido el modelo más imitado en el mundo.

Europa ha tenido periodos en los que su influencia a través de la relación de algunos de sus países con otras partes del mundo ha sido muy importante y en muchos casos ha llegado hasta nuestros días; pensemos en el papel desempeñado en ese sentido por España, Reino Unido o Francia. Este efecto se vio amplificado durante el siglo XX por la irrupción de EE.UU. como potencia mundial, extendiendo su influencia también en gran parte del mundo.

Estamos acostumbrados a la hegemonía de Occidente, pero las cosas están cambiando como consecuencia de la evolución del mundo y porque en el caso de Europa no se está manteniendo el mismo nivel de protagonismo y capacidad de influencia que en el pasado, en parte por la división interna, la lentitud para reaccionar en muchos casos y también por los errores propios al afrontar las crisis internacionales.

A medida que avanza el siglo XXI Occidente, como lo conocemos, es cuestionado desde dentro y desde fuera. Estados Unidos y Europa cada vez tienen puntos de vista más diferentes sobre su papel en el mundo y su relación, que siempre ha sido un pilar sólido, actualmente se está debilitando por sus diferencias cada vez mayores en muchos temas y también en sus intereses.

A la vez, está creciendo lo que podríamos denominar el mundo no occidental. El capital ha cambiado durante los últimos años hacia el Pacífico y eso presenta una tendencia que será difícil revertir y en paralelo, líderes como Putin, Xi Jinping, Erdogan y Trump (durante su

mandato), son cada vez más influyentes y están desafiando, cada uno a su manera, el modelo tradicional occidental.

China, Rusia y EE.UU. tienen sus intereses estratégicos y muchas veces parece que les interesa que Europa sea débil y manejable y por eso intentan sembrar la división interna y su debilitamiento apoyando a grupos o políticas contrarias a la unidad de Europa y buscando una mayor dependencia del exterior.

Europa se encuentra casi siempre en medio de las disputas internacionales y con una postura interna que no siempre es común, porque los intereses de los países y el interés general no siempre coinciden, como ocurre en el caso de las relaciones con China o Rusia, haciendo difícil mantener siempre una postura común y firme.

El éxito de las democracias occidentales está en los avances logrados con el bienestar económico y social en los países, pero con la crisis económica de 2008 se inició un cambio, que se ha acentuado durante la pandemia, que ha puesto de manifiesto en los países europeos una excesiva polarización y falta de cohesión, han aparecido movimientos populistas y algunos nacionalismos que están cuestionando el modelo de estado tradicional.

La crisis del coronavirus está generando nuevos retos que pueden servir para lograr una mayor unidad y un mejor modelo social o para poner de manifiesto aún más las diferencias y los problemas para hacer frente a los nuevos desafíos.

En Europa cada vez más hay una carencia de liderazgos que sirvan para unir a todos y para defender los intereses europeos frente a los de otros países. Hechos como la actitud que tuvo el presidente Trump hacia Europa durante su mandato, el trato recibido por el Alto Representante de la UE Josep Borrell en su visita a Moscú o el dispensado a la presidenta de la Comisión Europea von der Leyen en Turquía recientemente, por citar solo algunos ejemplos, son una muestra de las disputas que se están librando continuamente a nivel mundial y de la falta de respuesta para afianzar el papel de Europa en el mundo.

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