Tribuna

Joaquín Revueltas

Profesor

Palabras cargadas de medicina

Palabras cargadas de medicina Palabras cargadas de medicina

Palabras cargadas de medicina

U NA buena palabra está cargada de medicina, se cuela en tu interior y recorre cada célula de nuestro cuerpo.

Es increíble como un conjunto de letras se unen y se convierten en medicinas que curan tempestades interiores, alivian naufragios que quedan anclados en nuestro interior. Los hospitales son lugares donde el tiempo parece que queda confinado, su avance está sujeto a un largo letargo que a veces hace que las horas se conviertan en años; la incertidumbre, la tristeza, y el miedo mueven los hilos de nuestro interior.

Ahora estamos viviendo una guerra viral donde la meta es estar en casa, avanzar rápido por el reloj del nuevo día que nos toca vivir y no caer en las garras de este virus cuyo nombre se ha convertido en la peor pesadilla para todos.

Desde el momento que ingresas en un hospital, agradeces las sonrisas, los buenos gestos y las palabras cargadas de aliento y esperanza.

Hoy día los diagnósticos están exentos de relajantes, salen de las bocas de los médicos y según como se diga se convierten en nudos que te atrapan y paralizan el cuerpo y la mente.

La vocación sanitaria ahora más que nunca tiene que transmitirse, hacerse viral y tener una autenticidad sólida.

Servir a los demás es la llamada que toda vocación debe conseguir en cada persona que siente su fuerza y

significado.

La soledad de una sala de espera, de una habitación, han sido duras, pero vividas muchas veces con

familiares, amigos y compañeros de habitación que hacen más llevadera la estancia.

Ahora las visitas se han quedado atrapadas por las garras de este bicho que sigue cambiando nuestro mundo a sus

anchas.

La humanidad hospitalaria tiene que hacerse notar desde el momento que entras y entregas tu tarjeta sanitaria.

Estar solo ante una prueba se hace muy duro, estar solo en una habitación se vive con tristeza y estar aislado de tu

mundo hace que te falten vitaminas humanitarias que ayuden a aguantar, a seguir luchando y por supuesto a

rellenar diferentes vacíos que se producen en el momento que entras en un mundo donde las medicinas, las batas

blancas y el ruido hospitalario se convierten en tu actual ecosistema.

La vocación sanitaria ahora más que nunca está viviendo un panorama muy duro y desolador. Horas sin descanso,

escasez de personal en muchos casos y muchos tipos de pacientes con diferentes historias personales.

La palabra recorte es sinónimo de escasez, de limitaciones que hacen que no tengamos posibilidad de conseguir

objetivos y metas deseadas. Ahora más que nunca, esta palabra tiene que estar fuera del vocabulario sanitario.

Con la salud no se puede jugar, hay que apostar por la medicina, por los buenos profesionales, por los investigadores

científicos que hipotecan su tiempo para conseguir milagros que crean esperanza, latidos de vida y continuidad.

Los profesionales sanitarios, médicos y enfermeros, están viviendo una situación límite que muchas veces está ligada a una soledad, a una tristeza cuando ven que pierden a pacientes, tristeza al dar un diagnostico que no pinta bien.

Desde aquí quiero agradecer a todos los enfermeros y médicos que cada día dibujan sonrisas, inyectan palabras cargadas de humanidad, luchan por cada paciente y son nuestros mejores psicólogos en muchos casos para seguir navegando con temporal y llegar a buen puerto, aquel donde se respira vida.

Viva la vocación sanitaria, sentida, deseada y transmitida con la mejor bata, la bata de la esperanza y la dedicación.

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