Tribuna

Rubén San Isidoro Martínez

Periodista

La Patria

Tres almerienses charlando sobre Almería en Long Island, dos casi nonagenarios y un veinteañero. Simplemente maravilloso

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Con aún resaca electoral, no tenía ni la más mínima intención de hacer alusión a un término controvertido, cuanto menos, un término que se apropian izquierdas y derechas como les viene en gana, para lanzar dagas dialécticas directamente al cuello de su adversario político. ¿Patria bien?, ¿patria mal?, ¿pulsera de España en la muñeca?, ¿país con récord de donaciones?, ¿qué es patria? No seré yo quien se aventure a formular una respuesta certera y exacta del término patria, pero después de un año fuera de España, tratando de lidiar con los egos de los americanos, en un país que me ha acogido bien, pero que trato de dejar de criticar, por sus innumerables connotaciones negativas, que también positivas. Nos diferenciamos en multitud de aspectos, sin embargo, no son nuestras diferencias con los americanos lo que me lleva a escribir este artículo, sino el sentimiento de pertenencia a una comunidad, que es lo que he estado buscando durante estos 12 meses. Todas las personas que he conocido durante este año venían con el objetivo de mejorar el inglés para ganar puntos en una futura vida laboral larga y competitiva. Lo hemos conseguido. Méritos aparte, algo en lo que hemos coincidido todos, es que queriéndolo o no, hemos buscado la compañía de personas de nuestro mismo país, o al menos, de nuestra misma lengua. Por ello, se han sucedido los contactos con españoles o personas procedentes de Latinoamérica. En este proceso de aprendizaje de un idioma, es de agradecer escuchar las expresiones de toda la vida que repetían tus padres una y otra vez. En estas personas he hallado el refugio necesario para sacar fuerzas y conseguir mis objetivos en el plano más personal y sentimental. Para mí, ese es un punto muy a tener en cuenta si estamos hablando del término patria. ¿Llegarían a fructificar estas relaciones en nuestro propio país? Posiblemente no todas, pero aquí se han dejado las posibles diferencias de lado para emprender el camino de la forma más unida posible. He llegado a ser íntimo de un catalán independentista, y no será porque no hemos discutido sobre tal asunto, pero igual esa relación nunca habría llegado a darse en territorio español, y por eso, estoy agradecido. Por ello, patria es todo lo que nos une, y no lo que nos separa. La pasada semana fui invitado a casa de unos emigrantes españoles de origen almeriense, Enriqueta y Ángel, que se encuentran residiendo en Long Island. La mujer nació en Brooklyn, hija de emigrantes de Alhama de Almería, mi apreciado pueblo, el hombre emigró desde la calle de las Cruces en Almería en 1949, huyendo de la hambruna y la inestabilidad. Ángel iba con dirección Venezuela, pero después de conocer a Enriqueta en Nueva York, decidió casarse con ella y quedarse para siempre. Una prima segunda mía, la gran María del Carmen Amate, historiadora y escritora, me encomendó que les hiciera entrega de un ejemplar de su último trabajo, un cómic sobre la vida de la almeriense y feminista Carmen de Burgos, una mujer adelantada a su época. Me recibieron con un cariño y una gratitud que agradeceré siempre. Charlamos durante horas de Alhama, de Almería y de la situación en España, pero también de las comparaciones odiosas con el que es su país en estos momentos, los Estados Unidos. Parecía casi imposible que esa conversación se estuviera dando en el emplazamiento en el que estaba ocurriendo. Tres almerienses charlando sobre Almería en Long Island, dos casi nonagenarios y un veinteañero. Simplemente maravilloso. Para mí la patria es precisamente eso, el sabor de boca que se te queda después de haber estado en casa de unos almerienses, las anécdotas contadas, las historias vividas, las experiencias compartidas. En un país en el que todo es tan diferente en lo social y cultural, es bonito encontrarte con personas de tu comunidad, que han recibido una educación similar y comparten unos ideales de vida muy parecidos. No por ello hay que cerrarse puertas para conocer a personas de otras nacionalidades, al contrario, hay que buscar esas interacciones sociales, sin embargo, cuando necesitas encontrar tu refugio en el exilio, acudes a los mismos de siempre, cuando necesitas recordar un bocado de tu tierra, vas a los mismos restaurantes, en definitiva, buscas la confraternización en las situaciones positivas y en las no tan positivas. Esa es mi patria.

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