Tribuna

jOSÉ mARÍA mARTÍNEZ DE hARO

Escritor y periodista

Putin culpable, Rusia también

Putin culpable, Rusia también Putin culpable, Rusia también

Putin culpable, Rusia también

El 26 de febrero, dos días después de comenzar la guerra de invasión en Ucrania, escribí en esta misma Tribuna "PUTIN ES CULPABLE". Reitero todo lo que entonces escribí y cabe añadir que tal como pedía que fuera juzgado por crimines de guerra, ahora con alevosía por la masacre y asesinatos de civiles indefensos; hombres, mujeres, niños y ancianos; un criminal con rasgos psicóticos está al mando de una de las naciones más poderosas de la Tierra. Después de tres meses de guerra sin cuartel queda manifiesto el afán de exterminio de una nación soberana, Vladimir Putin no cejará hasta poder mostrar un triunfo que pudiera justificar una guerra atroz que conmueve a todos los hombres y mujeres del planeta .La propaganda tóxica del Gobierno de Rusia abarca todos los aspectos de la vida. En Rusia La manipulación de la realidad ha sido capaz de crear otra realidad paralela que se ofrece en medios informativos, singularmente las televisiones, todas sometidas al Régimen y redes sociales entregadas a la ingeniería de control de masas y la difusión de noticias a la medida del tirano que gobierna. Sin duda la opacidad y el marketing son capaces de distraer la atención pública en asuntos de la política, la economía y la sociedad. Pero se trata de una guerra contra un país vecino hermanado con lazos de sangre, idioma y parte de una historia en común. Ucrania no hizo absolutamente nada que pudiera justificar la invasión por un ejército extranjero que desde febrero está arrasando a sangre y a fuego pueblos y ciudades. Si el ejército español invadiera y masacrara Portugal, ¿es imaginable creer que los españoles no supiéramos nada sobre esta invasión? ¿cabe imaginar que una guerra en un país fronterizo que durante tres meses ocupa la casi totalidad del ejército, el armamento y la maquinaria bélica de Rusia no sea percibida por 146 millones de rusos? Es difícil creer que en el siglo XXI puedan existir barreras capaces de ocultar esta atroz realidad. Internet, aún con todas las censuras posibles, las redes sociales, las vías de comunicación telemáticas y planetarias hacen posible la información en cualquier país de la tierra.

Siendo posible que le censura en Rusia alcance cotas propias de una férrea tiranía, el hecho singular de una guerra fronteriza que ocupa cientos de miles de jóvenes soldados habría de extenderse entre los rumores y los mensajes orales de un extremo a otro de Rusia. También por las cuantiosas víctimas de esta guerra decenas de miles de ucranianos y rusos cuyos féretros habrán de llegar a Rusia con conocimiento de sus familiares. Solo la fantasía o la negligencia mental invita a pensar que estos miles de cadáveres se puedan escamotear como si se tratara de pescado congelado.

Si Putin ha sido capaz de iniciar y continuar esta invasión y una inmisericorde destrucción de Ucrania, no solo él y su camarilla en los órganos de poder y decisión sino también una mayoría de la población rusa apoyan esta guerra y esperan que sus objetivos sean agrandar ese inmenso país que durante siglos fue un Imperio. La historia de Rusia es singular y como tantos otros países de Europa está teñida de tragedias, glorias,victorias y derrotas. La realidad es que Rusia fue un Imperio milenario que tras una revolución comunista se convirtió en una dictadura cuya cúpula trató de emular las postreras glorias de los Zares bajo el yugo del comunismo.

La extensión territorial del Imperio fue sin duda una meta a sangre y fuego que se logró recomponer en el siglo XX tras derrotar a los alemanes en la II Guerra Mundial. Países de Europa que formaron parte del Imperio Austro-Húngaro, en 1.945 bajo el látigo y las imposiciones de Stalin en la Conferencia de Paz en Yalta, se unieron forzadamente a Rusia en lo que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URRS. Yugoslavia, Rumanía, Checoeslovaquia, Bulgaria, Polonia, Albania, Lituania, Letonia, Estonia y parte de Alemania dejaron de ser países libres y hubieron de soportar la peor dictadura que recuerdan los siglos, la dictadura soviética. Los males y las desgracias no duran eternamente. En 1.991 la URSS se disolvió en su propia incapacidad tras setenta años de hambrunas, horrores, muertes y exterminios masivos de disidentes políticos vigilados, detenidos y torturados o sencillamente asesinados por los servicios secretos del Soviet Supremo.

Entre los más "eficaces" destaca la KGB. En esta Escuela Superior del Crimen y la Tortura creada por Kliment Voroshilov creció un joven espía llamado Vladimir Putin quien primero en la Alemania Comunista y después en el Kremlin actuó con lealtad fiera a favor de la continuidad de aquel régimen sanguinario, la URSS. En las jornadas de la desintegración de los lazos con Rusia de aquellas Republicas Putin sufrió en lo más hondo de su fría conciencia. Pero a su pesar la URSS se extinguió como una vela sin cera que arder. Los países más próximos a Europa democrática escogieron su propio destino y su libertad.

Y quedó la Rusia milenaria añorando un puño de hierro que la gobernara y una madre Patria que abarcara como en tiempos del Zar Pedro Primero el Grande vastos territorios, mares, océanos y continentes, porque " según la tradición y la iconografía. La complacencia del Patriarca Cirilo Jefe de la Iglesia Ortodoxa de Rusia con esta invasión de Ucrania se manifiesta sin rubor bendiciendo esta guerra, sus actos más crueles de exterminio y acogiendo a Vladimir Putin en la Catedral de Moscú entre cirios e incienso. Ahora como siempre, la Iglesia Ortodoxa fiel colaboradora del imperialismo ruso. Putin, conocedor de la esencia y el carácter de este pueblo trata de extender su poder y su tiranía a países ahora libres e independientes. Ha comenzado por Ucrania, pero no es seguro que se detenga ahí y promueva otras acciones similares en países limítrofes a Rusia. Lo que esto significa es que Putin en su delirio, acompañado por un grupo de oligarcas y de la Iglesia Ortodoxa, son un peligro para la humanidad y singularmente para Europa.

La jactancia con que se permite advertencias y amenazas a los países democráticos, señalan una pugna entre totalitarismo y libertad que concierne singularmente a Europa. Los padres fundadores de la Unión Europea no atisbaron un escenario semejante. En estos tiempos convulsos el panorama ha cambiado aceleradamente, la desintegración de la URSS no significó la extinción del comunismo, quedó reducido a un país que se siente Imperio. Como la historia muestra, el signo político de los gobiernos de Rusia desde 1917 no ha sido obstáculo para revivir el imaginario colectivo de la Gran Madre Rusia. Zares o Tiranos hasta Vladimir Putin. Todos aclamados, ensalzados bendecidos y glorificados por una mayoría del pueblo ruso tantas veces manipulado y sojuzgado. Esta guerra atroz no será el límite de las atrocidades que podría llevar a cabo este déspota con el orgullo herido. Putin y Rusia; una misma ansia de grandeza y expansión. A mi entender ahí residen algunas explicaciones de esta maldita guerra.

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